Empresa fundada en el barrio de Arkotxa en 1838 por los hermanos Benito y Gregorio Pradera Maguregi, procedentes de Markina. En un inicio, siguiendo la tradición siderúrgica vizcaína, fundían en un pequeño taller, cobre procedente de las minas de Arrazola para darle forma. La base de la industria fue el aprovechamiento de la fuerza hidráulica del río Ibaizabal. Su finalidad, la fundición y laminación de metales no férricos, como las chapas y barras de latón con las que se forraban los buques, además del estiraje de metales y aleaciones.
Fábrica de Pradera Hermanos vista desde Bengoetxe
En 1856, Gregorio Pradera vecino de Begoña, se proponía responder a los daños que, por razón de la presa que se construiría, pudiera causar el agua en las heredades de la taberna de Padura y puente de “Bengoetxea” de Galdakao. En el año 1858, la reina Isabel II expidió una Real Cédula permitiendo a la empresa la fabricación de chapas y barras de latón con destino al forrado y armazón de buques, que luego eran exportados a las colonias de América. En 1874, por Real Decreto, Carlos VII nombró a Gregorio Pradera, ya que Benito habia fallecido, director general de las fábricas de Bizkaia.
A principios del siglo XX, la empresa construyo la casa Padrerena, un largo edificio de dos pisos levantado entre 1917 y 1918, con el fin de dar un hogar al aumento de la actividad en el taller , Pradera era de hecho, una de las más importantes industrias de todo el Estado, llegando a tener miles de trabajadores. El negocio aguantó hasta la crisis de los setenta. Entonces, sus herederos fusionaron la empresa con otra situada y fundada en Lamiako en 1898 por Eduardo K.L. Earle y con Secem, que explotaba el cobre procedente de Río Tinto (Huelva). Se formó así Ibercobre, un holding que fundamentalmente se dedicó a reconvertir la industria y a buscar un comprador. Sólo en 1978 redujo la plantilla de 1.400 a 700 personas. En 1987 consiguió encontrar un comprador, la finlandesa Outokumpu, que primero adquirió un 21%, poco antes de salir a Bolsa en Helsinki y cuatro años más tarde se hizo con el 100%. La fábrica de Arkotxa pasó por tanto a llamarse Outokumpu Copper Tubes, aunque el anagrama de Pradera Hermanos todavía aparece en algunas paredes. Entonces el cobre era un negocio próspero que generaba el 29% de la facturación de la firma finlandesa. De hecho, la fábrica vasca se modernizó a lo largo de los noventa y recibió ayudas del Gobierno Vasco que generaron cierto malestar en Suecia, donde se cerró una planta e incluso la intervención del Comisario europeo de industria para aclarar que no se trataba de una subvención ilegal. Curiosamente, poco después la demanda de cobre sufrió un enorme impulso desde Bruselas, como consecuencia de la fabricación de las primeras monedas de euro.
Fuente: Periodico "Dime".
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