ATLETISMO
VASCO. LA BARRA.
La cuestión de la originalidad de este deporte tiene mucho
parecido con la del juego de la pelota. Pelota vasca se ha dado en llamar a un
deporte en que nuestros jugadores han sobresalido y no hallan, hace tiempo,
rivales. Otro tanto ha sucedido con el juego de la barra, en que los vascos,
con sus impresionantes lanzamientos,
han eclipsado a aragoneses, belgas, bearneses, castellanos.
Los términos que
los vascos usan para las diversas clases de lanzamiento de la barra son
castellanos, excepto uno: ankabe, “bajo piernas”. No tenemos a mano ningún
tratado elemental, ni siquiera un diccionario enciclopédico para consultarlo
por el momento. Los castellanos con quienes hemos practicado este deporte, ignoraban
esta variedad de nombre vasco, que quizá sea fiel traducción de una cosa tal
vez desaparecida en el estilo antiguo, llamado por los vascos “ley antigua”.
Esta ley antigua para nosotros es la que rige en Aragón y Castilla, si bien
tiende hacia su desaparición. El lanzador que abolió, por decirlo así, la ley
antigua y dio impulso a la moderna, fue Juan Martín Elola (Labaka), de Vidania.
Desde entonces acá, en apuestas de menor monta, vivió por algún tiempo la
costumbre de escoger el retador el estilo que le pluguiera; pero hoy ya, a los cincuenta
años o poco más desde que se introdujo la ley moderna, solo esta es la que
impera en nuestro país. Y no puede menos de ser así, dada la elegancia y el
alcance muy superior de las modernas barras. El tipo, o al menos el sistema de
estas, según el palankari Juan Machinandiarena, fue importado de Bélgica por un
aficionado de Rentería. Seria curioso saber si subsiste en aquella nación y cuáles
son las marcas obtenidas por sus atletas. De los nuestros ha habido algunos que
han recorrido Europa y América en busca de contrincantes, sin haber hallado
rival digno de sí. Hubo en Flandes un soldado nuestro que en presencia de miles
de colegas de las principales naciones europeas lanzo un reto al mejor que
existiera bajo el sol, acompañado su bravata de un lanzamiento que dejo
absortos a los circunstantes. El predominio en este deporte pudo traer como
sucede frecuentemente en otros, el adoptarlo los vascos con entusiasmo y
apropiárselo hasta el punto de que ellos y otros lo hayan llegado a denominar
“barra vasca”.
Baltasar Esnaola con la barra de 9 libras en la Semana Vasca.
En la ley
antigua, tanto la barra como la manera de lanzarla, eran diferentes. La barra
era casi de un mismo grosor en todas sus partes, con tendencia a engrosar en la
parte del tiro o punta valida. Equilibrándola en las manos, el lanzador,
después de varios tientos en posición horizontal, daba algunos pasos antes de
la raya de modo que la tocara primero con el izquierdo. Fijo ya este, al mismo
tiempo de recoger el otro pie a la raya para lanzar la barra, la ponía está en
posición vertical, recogiendo la punta del tiro con la mano izquierda y
extendiéndola de nuevo en semicírculo cuantas veces deseaba, hasta coger la
breada natural que se puede en posición fija o a pie firme. Hecho esto, lanzábala
sin mover los pies, y si caía por la parte gruesa, era tiro valido, llamado
simplemente “tiro”; en caso contrario era fallo. La máxima eficacia de este
lanzamiento consistía en desprenderse lo más rápidamente de la barra, teniendo
cuidado de que esta no diese vueltas ni vibrase mucho en el aire, aunque el
tiro resultase valido, pues es natural que perdiese fuerza. Este se llamaba
tirar “a pecho”. En el lanzamiento “a vueltas” se guardaba la misma forma de
despedir la barra. El lanzamiento “a brazo partido”, o como se dice más
vulgarmente “a pedrada” resultaría ineficaz dado el peso y forma del proyectil.
El poco peso de la jabalina permite que se la arroje a brazo partido; y por el
contrario, el excesivo del llamado “peso” impediría que el tiro “a pecho” fuese
lejano por no hallar suficiente asidero y resistencia las puntas de los dedos.
La barra moderna
es diferente en su hechura. Es un hierro largo, más largo que el del sistema
antiguo, que se va adelgazando gradual y sensiblemente hacia la punta del
fallo. A veces tiene un cilindro más grueso en la parte del tiro valido, y
desde ese cilindro, con diámetro menor, arranca el resto, de una pieza, en la
forma antes dicha. El estilo de lanzarlo es por lapso o resbalón. Se ase la
barra asimismo por la mitad, pero con la punta del tiro hacia arriba, no hacia
el suelo como en la antigua usanza. Se describe con el brazo el mismo semicírculo
o semicírculos que en el anterior sistema, y se va el atleta desprendiendo
sucesivamente del proyectil que, abatiéndose cada vez más por la parte gruesa o
del tiro, describe una parábola. El recorrido es ele de un cohete que se lanza
un poco inclinado. Como la mitad en peso de la barra no es su mitad en
longitud, la parte que recorre la mano, resbalando, es bastante más larga, y
puede recibir mejor dirección el tiro. El lubrificantes que se usa en cada
lanzamiento es el agua. Las longitudes alcanzadas a este estilo, con barra
igual peso, son muy superiores.
Hoy las barras
son todavía más largas que las empleadas por los Labaka y por el mismo
Machinandiarena, que en la actualidad cuenta cincuenta y cuatro años, y
alcanzan más largas distancias. Con ellas han hecho sus proezas nuestros últimos
lanzadores: Baltasar Esnaola, de Gaztelu, y Gabino Lizarza, de Berastegui. Esta
barra así modificada, llámesela si se quiere barra vasca, apenas es susceptible
de mayor largura. Sería difícil de manejar, no ya para la variedad de “ankabe”,
sino también para la de pecho, en la que recibiría excesivo vuelo.
Las otras dos
maneras de lanzar, son bajo piernas y a vueltas. En la primera, la posición de
los pies es firme, y meciendo entre ellos la barra para cobrar impulso, se la
despide, imprimiéndola idéntica dirección. En la “a vueltas” se pueden dar
cuentas se quieran para coger breada, lanzándose la barra en igual forma que a
pecho. El alejamiento así conseguido es el máximo. Generalmente nuestros
aldeanos llaman “a media vuelta” a esto último; pero debe de ser confusión de
términos, porque la media vuelta existió-hablemos en pretérito- y la han
practicado alguno de los hoy vivientes. Se colocaba el lanzador a espaldas del
punto a donde iba a lanzar, y dando media vuelta lanzaba la barra.
La barra hondeada
no se usa ya. La que uso Juan Martín Elola en América contra el bearnés francisco Andú pesaba veinte libras y tenía un metro de largo con agarradera en
el extremo superior y una bola en el
inferior. Se lanzaba hondeándola y dando vueltas. Las barras corrientes, tanto
en el sistema antiguo como en el moderno, son de diez libras castellanas.
En artículos sucesivos daremos cuenta de las marcas
obtenidas por nuestros más famosos lanzadores, para que sirvan de ejemplo a la
posterioridad. ¡Lástima que en esto, como en tantas otras cosas nuestras, tiene
que asomar la endecha! La barra tiene una vida sumamente lánguida, por no decir
que ha muerto. El entusiasmo que en nuestra niñez no muy lejana sentían estos
pueblos de la redonda por este elegante y varonil deporte, tememos que no pueda
resucitarlo el estímulo de un premio anual en la semana vasca. Todavía
abrigamos una esperanza. En este pueblecito de gloriosa historia en el deporte
que nos ocupa, uno de los números más interesantes del programa de fiestas lo
ha constituido este noble ejercicio practicado por briosos jóvenes. Gracias al
celoso párroco, que se interesa vivamente por su ministerio y por nuestras
sanas costumbres.
ORIXE. (Fuente: Euzkadi)
Juan Bautista de Elola (Labaka)
NUESTROS
PALANKARIS. MATXINANDIARENA.
Por las fiestas de agosto, no tan bulliciosas como
las de Bilbao o San Sebastián, pero no menos simpáticas por lo patriarcales,
llegamos de monte en monte al pueblecito de Gaztelu, cuna del famoso palankari
Juan Teonto Machinandiarena. Nuestro fin principal era el conocer personalmente
al “hijo de Martín el grande”, traduciendo al romance su respetable apellido. A
nuestras varias preguntas responden algunos del pueblo que probablemente
aparecerá en el centro de mayor concurrencia. Pasamos el día contemplando
algunos partidos de pelota y el honesto baile desligado, sin que logremos
avistar a nuestro hombre por el casco del pueblo. Gran parte del día siguiente
seguimos esperando sin fruto, hasta que por fin, al declinar el día, resolvimos
visitarle en su casa, un tanto apartada, como oveja rinconera, del resto
agrupado de casitas blancas. En ella estaba tranquilamente con sus convidados,
sin gran curiosidad por presenciar el jolgorio anual del vecindario. Le
declaramos sin muchos preámbulos el objeto de nuestra visita y nos convida a
sentar, mientras nos ofrece el obsequio de fiestas obligado, que hay que
aceptar, so pena de inferir un agravio. Le preguntamos la historia de la barra
en nuestro país, en que está bien documentado. Lo primero que escuchamos con
alborozo de sus labios es que llegar a conocer los hermanos Elola (Labaka), de
Vidania, de unos de los cuales fue discípulo. Él cuenta 54 años, y ha sido
maestro de Baltasar Esnaola y de Gabino Lizarza. Nos explica los sistemas de
barra de estilo antiguo y moderno, las diversas formas de tiro en cada uno de
ellos y las principales apuestas que recuerda.
Baltasar Esnaola (Foto Euzkadi)
Al llegar a su
propia historia, nos dice como ha estado sin contrincante por más de veinte
años. ¿Y lo del percance con Manuel Olaechea de Berastegui? Le preguntamos.
Aquello no fue apuesta, sino premio, disputado en Tolosa. Una vez depositadas
las barras en lugar competente, los de Berastegui, que nada tienen de beocios,
se las arreglaron para apoderarse de las barras del contrario antes del día del
premio, dejándolas limadas con mucho secreto por la parte de la salida. Llegado
el día del espectáculo, van a la plaza, y Machin hace su primer lanzamiento. A
la salida de la barra noto cierto embarazo inusitado que le retuvo algo el
proyectil y le impidió el que el tiro fuese lucido. Pidió la barra, la examino,
y, en efecto, hallo que estaba limada por el extremo, así como las otras dos
suyas. Lo pudimos ver en el acto de nuestra entrevista. Al hablarle del hecho,
subió al desván y trajo una de las barras desusada desde entonces, cubierta de
calcon las evidentes señales de la lima. Al ver esto, se negó a tirar nuestro
héroe y pidió las del contrario para tirar con ellas, cosa que no se le
concedió. Quiso concertar una apuesta con los de Berastegui; pero esto huía de
la quema, según declaración de Machin. No tuvo, pues, adversarios en su tiempo,
y cuando los pudo tener tropezaba con el inconveniente de la barra distinta de largura.
Ni él ha acudido a varios premios, lo confiesa lealmente, ni ellos han querido
lanzar con barras como la suya. De sus marcas hechas en público quedan dos:
ochenta y uno y medio pies bajo pierna y ciento veintiuno a pecho. Solo un tiro
de Gabino Lizarza le supera a pecho: el de 4 de mayo de 1914, en que Gabino
lanzo ciento veinticinco y medio, con barra, como hemos dicho, más moderna. Los
tiros inmediatos inferiores que conocemos de Gabino son de ciento dieciocho:
tres pies menos que el de Machin, Baltasar Esnaola alcanzo también ciento dieciocho
y dos pulgadas el 23 de febrero de 1928 A vueltas le prohibió Labaka a Machin
el exhibirse en público.
Ya que hemos
hablado de Esnaola y Lizarza, el tiro mayor que conocemos del primero a vueltas
es de ciento ochenta y cuatro pies y siete pulgadas; el de Lizarza, ciento
ochenta y seis. Bajo pierna tiene Esnaola ochenta y un pies y seis pulgadas,
mientras que Lizarza alcanzo cien pies y dos pulgadas el 28 de julio de 1913.
El campeón de Navarra, Mariezcurrena, vencido por Esnaola, alcanzo a vueltas
setenta y dos pies y medio. El peso de las barras oscila entre 4.365 y 4.685
gramos. En “E. Alde” (julio 1928, página 252) leemos que Gabino consiguió a
vueltas ciento noventa pies. Compárese en su proporción el lanzamiento del
disco o de la jabalina con el de la barra, y se verá que el alejamiento mayor
corresponde a esta última; hay tres tiros de Esnaola y de Lizarza que han
pasado de los cincuenta metros. Recuérdese que el disco tiene dos kilos, y la
barra cuatro y medio.
La última
interesante noticia que nos da Machin es que el nuevo estilo de barra y la
forma de tirarla ha sido importado de Bélgica. No hemos tenido tiempo ni medios
para documentarnos en este particular. Como decíamos en otro artículo, seria
curioso saber si han existido o existen aún lanzadores belgas y cuáles son sus
marcas.
Con sentimiento
nos despedimos del esbelto Machin, que posee dos palancas poderosas en sus
brazos y una gran dosis de honradez, herencia cada vez más rara en la
humanidad.
Los palankaris de
Marquina merecen capítulo aparte.
ORIXE (Fuente: Euzkadi 1928)
José Luis Zelaia, Juan Antonio Iguaran y Félix Erauskin. (Foto Novedades)
HACIA
UNA BARRA VASCA.
Con ocasión del lanzamiento de Ibaiondo, que era uno de los
números interesantes del programa, se indicó en estas columnas, no con tanta
exactitud, haberse dejado de celebrar la contienda entre los inscritos por
falta de organización. Ni los organizadores del festival de Ibaiondo ni otro
alguno es capaz hoy de concertar ninguna competición de barra y en el sistema
de lanzamiento. La barra vasca no existe
todavía. Existen una barra bizkaina, y otra gipuzkoana, y otra ribereña; pero la diferencia es quizá mayor aun entre
las dos primeras que entre los dialectos correspondientes de la lengua vasca.
Hay una base común, que es el lanzamiento por resbale, y una forma general de
barra que se va estrechando a medida que va saliendo de la mano. Coinciden
también las variedades de lanzamiento “a pecho” y “bajo pierna”; pero el peso
del proyectil es diverso, como su forma de construcción. En estas condiciones
no se puede pensar en organizar una contienda a barra entre bizkainos y
gipuzkoanos, aunque si de estos con los navarros euskaldunes, que siguen o
siguieron la misma escuela. Lo único que cabe es lanzar tres tiradas cada uno
con su propia barra y otras tres con la barra ajena, sacando la tirada media.
En esta forma tenemos entendido que respondió Baltasar Esnaola al reto del de
Murelaga. Pero tampoco habría igualdad de armas, por la diferencia de peso y de
forma en las barras y en el hábito de manejarlas. Es, pues, indispensable que
se unifiquen la barra vizcaína y gipuzkoana para esas competiciones,
conservando si quiere cada uno su barra y estilo peculiar, como se conservan
los dialectos. En cosa que no entra en el espíritu, se puede dar mejor esa
unidad: se debe optar por “la barra vasca”.
¿Pero cuál? ¿La bizkaína o la gipuzkoana? ¿Una
combinación de las dos? Póngase al habla y convengan nuestros deportistas. La
Federación Bizkaina y la Gipuzkoana pueden nombra sus delegados, o, en caso de
que no les interesara, los que quieran organizar una contienda de barra vasca póngase al habla.
El más documentado, sacrificado y
desinteresado de nuestros deportistas, don José Iguaran, ideo una barra tomada
de la gipuzkoana con el fin de introducirla en los deportes “nacionales”. Es la
que presentamos grabada. Fue aprobada por la Asamblea de Madrid en competición
con las barras castellana, aragonesa y bizkaina, por convencerse los delegados
respectivos de su mayor belleza y vistosidad. Pero después de un año de estudio
y de gastos construyendo barras de diversos tamaños y peso, al fin la Asamblea
de Madrid echo abajo el proyecto del señor Iguaran, suprimiendo de los
programas la barra, que se había convenido fuese “española”. ¿Sería imposible
un acuerdo para una “barra vasca” de competiciones oficiales? En este caso,
debemos resignarnos a no ver más que exhibiciones como las de Ibaiondo, sin
estimulo para los atletas y sin interés para el publico inteligente. La
emprendedora Juventud Vasca, ¿no pudiera conseguir, en sus anhelos por la
perpetuación de los deportes vascos, avivar la afición, que irremisiblemente se
pierde para siempre? Porque el sostenimiento de este deporte está condenado a
esa exhibición artificial, prestada por dos o tres atletas, con los cuales
morirá si no se pone remedio. En nuestra niñez, siempre que disponíamos de una
estaca más o menos torneada que no estropeara la mano, y velamos a nuestros
pies una llanura en que dar vueltas hasta el marea, ejercitábamos
espontáneamente, sin Club, sin premios, con la única ilusión de igualar o
superar a Mariezkurrena, a Lizarza o a Esnaola, este vistoso deporte. Hoy los
jóvenes de los puebles cercanos a Berastegi o Ezkurra no prometen emular a los
maestros que se van.
Y es que también se debiera tender a que en
esas contiendas y campeonatos tomasen parte los aficionados, excluyendo, si
hace falta, a los profesionales. Todavía hay maestros. Hay que procurarles
discípulos. En el primer campeonato de Gipuzkoa solo vimos a un muchacho que se
atrevió a presentarse. En Ibaiondo brillaron por su ausencia los aficionados.
Ni tenemos tampoco noticia de que en el rincón de Murelaga, a donde ha huido
este juego en Bizkaya, dejen semilla de palankaris los Uriguen y los Onandia.
¿Habrá remedio para este mal?
Los bizkainos consiguieron buenos tiros a
pecho, a media vuelta y bajo pierna, favorecidos por la mayor ligereza de su
barra. Nos pareció, sin embargo, que su sistema de lanzamiento con la palma
vuelta hacia arriba y la cabeza de la barra hacia abajo no eran tan eficaces
para el mayor alejamiento del proyectil. Esnaola no pudo llegar, en estas
variedades, a hacer tan buen lanzamiento como los bizkainos, ni con su barra,
de mayor peso, ni con las bizkainas, que no se le acomodaban. Los bizkainos,
con muy buen acuerdo, no intentaron lanzar con la barra de Esnaola. Este hizo
dos preciosos tiros “a vueltas”, que entusiasmaron al público.
Como algunas personas nos han indicado su
deseo de conocer el “Reglamento” hecho para los campeonatos gipuzkoanos, lo
transcribimos de “Excelsior”, en donde se publico el 14 de septiembre de 1929.
Dice así:
“El lanzamiento de la barra será ejecutado
ante una línea bien marcada, que la constituirá un listón visible de siete
centímetros de ancho y un mínimum de tres metros y medio de largo, empotrado al
nivel del suelo. Un hilobala blanca marcara la prolongación indefinida de esta
línea para los tiros que salgan desviados.
La barra deberá ser sujeta con la mano por la
parte media, hacia el punto de equilibrio.
Para que el lanzamiento sea valido es
condición precisa que la parte de la cabeza toque primero el suelo.
La distancia del lanzamiento será medida con
cinta metálica y en medidas métricas, partiendo del punto más cercano de la
huella en que la cabeza de la barra haya tocado tierra por primera vez,
perpendicularmente a la línea del listón, o a su prolongación, en caso de
desvío.
Habrá tres clases de lanzamientos o estilos
diferentes: a), con impulso (burrundaran) y a vueltas (piririka);b), sin
impulso (geldian) y a pecho (ertaiñez); c), sin impulso y bajo piernas (ankabe,
istarpe). En el caso “a” se toma impulso la distancia que se desee. El impulso
puede consistir en cierto número de vueltas o movimientos que más convenga. En
el caso “b” se podrá colocar el lanzador tan cerca de la raya limite como
quiera, siempre que no la toque. Durante los movimientos preparatorios de
brazos y cintura que preceden al lanzamiento no deberán los pies perder
contacto con el suelo. Únicamente en el gesto definitivo, en el momento mismo
en que empieza a resbalar la barra para salir de la mano, podrá levantarse el
pie del lado del brazo que ejecuta el tiro; lo que le permitirá terminar en
armonía estética el lanzamiento, al mismo tiempo que no le hará perder la
fuerza de inercia adquirida. En el caso “c” se separan las piernas
convenientemente, de manera que permita maniobrar la barra de atrás adelante en
los movimientos necesarios para el lanzamiento. Con el fin de no entorpecer
este, dada la longitud de la barra y su proximidad al suelo durante dichos
movimientos, se permitirá hacer un hoyo en el suelo, entre los puntos de apoyo
de los pies.
En los diferentes estilos, cada concursante
tendrá derecho a tres lanzamientos, y los concursantes clasificados para la
final, a otros tres supletorios.
La mayor distancia conseguida por cada uno de
ellos constar para la clasificación definitiva.
El concursante no podrá posar parte alguna de
su cuerpo sobre la “plancha-limite”, ni tampoco franquear esta antes de que la
barra haya tocado el piso.
Los concursantes podrán servirse de su propia
barra, siempre que reúna todos los requisitos reglamentarios.
Ningún concursante será autorizado a servirse
de barra ajena sin el consentimiento de su propietario.
Para que las marcas sean consideradas como
“récords”, el terreno donde se consigan no deberá tener cuesta abajo ni haber
viento en el sentido favorable al lanzamiento, y deberán ser remedidas siempre
con cinta metálica y en medidas métricas.-2
Ya saben, pues, lo que deben hacer los que
quieran organizar un campeonato de barra vasca.
ORIXE (Fuente: Euzkadi 1930)
Gabino Lizartza
LA BARRA ESPAÑOLA.
Visto el desconcierto que parece deducirse de algún artículo
recientemente publicado sobre el proyectil y estilo de lanzamiento de la barra
que han de regir en los próximos campeonatos de España de atletismo y por las
continuadas consultas que se nos hacen y ante la imposibilidad de contestar
separadamente a todos, creemos de
utilidad, más bien de necesidad para los aficionados y sobre todo para la
Federaciones regionales, la publicación de estas líneas (cuya parte histórica
ya di a conocer antes de ahora) para que sepan
a qué atenerse en su preparación con vistas a la próxima temporada de
atletismo de “pista y campo”.
No pretendemos enumerar los detalles de la
evolución preparatoria que precedió a la implantación de este deporte en los
campeonatos oficiales.
Solo los hechos esenciales nos bastaran para
informar a la afición de cómo ha venido sucediéndose lo relativo a este
atlético lanzamiento para determinar su estado actual y “verdadero” dentro del
atletismo español.
En 1925, al publicar la Federación Castellana
de atletismo una traducción del os reglamentos técnicos de la Federación
Internacional, incluyo el de la barra castellana, y la Confederación pareció
dispuesta a introducirla en sus campeonatos, a lo que se opusieron las otras
Federaciones regionales, alegando que también poseían sus barras y sus estilos
Y en la asamblea nacional de dicho años se acordó´ que cada uno de los tres
técnicos asesores de la Confederación estudiase las diferentes variedades
existentes en las regiones de su jurisdicción y que en las siguientes
campeonatos nacionales (Berazubi 1926) se hiciera una completa exhibición.
Allí fue declarada por aclamación como “barra
española” el tipo y modelo presentados por el técnico del Norte de España, así
como su reglamentación que, adaptada a los lanzamientos clásicos internacionales, ha, hacia posibles todos los
estilos regionales , pero “probable” solo uno, el más hermoso, eurítmico, viril
y de más eficiencia en resultados; el precioso estilo de la barra vasca; el de
las vueltas al estilo guipuzcoano, de difícil ejecución, pero ¡cuán admirable!
que tanta sorpresa, y admiración ha producido a los raros “atléticos”
extranjeros que han tenido ocasión de presenciarlo, entre ellos los Duhour,
quienes manifestaron hallarse ante el lanzamiento más hermosos que existe y
fácil, relativamente internacionable con una propaganda suficiente de
exhibición y de “film”.
Edourar Duhour , el formidable especialista
del peso, nos comunicaba en Berazubi, en el mes de julio del año pasado, haber
hablado ya al a Federación Francesa de este “etonnant lancement” y a la Escuela
de Monitores de Joinville, que pareció tomar muy en cuenta el “descubrimiento”
de Duhour en “tierra española “También los inquietos profesores de la Escuela
Central de Gimnasia de Toledo, informados indudablemente por algún alumno vasco
“concentrado· en dicha Escuela de la esbeltez del estilo y de la barra vascos
no pararon hasta que el viaje hasta allí para enseñar a sus alumnos la técnica
de esta modalidad para, a su vez, ofrecer una exhibición en la formidable
reunión internacional de “Sokols” que se celebro en Praga el verano ultimo.
¡Pues volviendo al año 1936, en que se acordó
la inclusión oficial de la barra, no pasaron muchos meses para que se
suprimiera! Fue el mismo año en ocasión de la dimisión de la Directiva de la
Nacional. Es decir, que, aunque se llevaron a cabo exhibiciones de tanteo en
41923, 1924 y 1936, tampoco veríamos dicha prueba, oficialmente practicada al
menos, ni aun después de haber tenido el honor de ser declarada nacional.
Pero a principios de 1930, cuando ya se había
disipado la amargura de los infructuosos trabajos que se nos obligaron a hacer,
fuimos sorprendidos por una amable carta que nos dirigió la Nacional, en la que
se nos comunicaba “haberse encontrado, al revolver el archivo, con un trabajo
“enterrado” nuestro sobre tan interesantísimo lanzamiento, que merece una total
y rápida rehabilitación”.
A buen seguro que acertaríamos al afirmar que
nuestra fría contestación (predispuestos como estábamos a ningún entusiasmo
oficial) no sería agradable por su inesperada tibieza.
No obstante, en los campeonatos de España de
ese año que se celebraron en Barcelona, el catalán Capó gana la prueba con
18,45 mts, marca cuya pobreza denunciaba la ausencia del estilo vasco. Al año
siguiente (1931), en el mismo estadio de Montjuich, comprobamos como
efectivamente era lanzada “mi barra” (vasca) como barra castellana y otro catalán,
Pou, gana la prueba mejorando un poco la anterior distancia. Allí, sobre el
terreno, hube de demostrar prácticamente la existencia de estilos de mas
rendimiento.
Y es preciso llegar a los últimos campeonatos
nacionales (Berazubi, 1932) para llegar al completo restablecimiento de la barra oficial
española.
Y esta es la que debe regir en las futuras
competiciones cuya reglamentación y demás detalles paso a describir.
LANZAMIENTO DE BARRA ESPAÑOLA, TOMADA DE LA
BARRA ESPAÑOLA.
El lanzamiento de la barra será ejecutada ante
una línea bien marcada, que la constituirá un listón bien visible de 7
centímetros de ancho y, por lo menos, de
3,000 metros de largura, empotrado en el suelo y pintado de blanco. La
prolongación indefinida de esta línea límite podrá ser marcada con una liz
blanca, bien estirada en recta, para los “tiros “que salgan desviados.
La barra deberá ser sujeta con la mano por la
parte media, hacia el punto de equilibrio.
Para que el lanzamiento sea valido es
condición precisa que la “cabeza” toque primero el suelo.
La distancia de lanzamiento será medida con
cinta metálica en línea recta, a partir del punto en que la “cabeza” de la
barra haya tocado tierra por primera vez perpendicular a la línea del listón o
a su prolongación en caso de desvío.
Cada concursante tendrá derecho a tres
lanzamientos y los concursantes
clasificados por su mejor “tiro” para la final, a otros tres intentos
supletorios.
La mayor distancia de entre todos los intentos
conseguidos por cada uno, se tendrá en cuenta para la clasificación definitiva.
El concursante no podrá posar parte alguna de
su cuerpo sobre la plancha-limite, ni tampoco franquear esta línea antes de que
la barra haya tocado el piso.
Los concursantes podrán servirse de su propia
barra, siempre que esta sea reglamentaria. Ningún concursante será autorizado
para servirse de una barra ajena sin el consentimiento de su propietario. Todas
las barras habrán tenido que ser controladas previamente y admitidas como
reglamentarias para tener derecho a servirse de ellas.
Para que las marcas sean consideradas como récord, el punto de caída no deberá estar a un nivel más bajo que el del
terreno de impulso; ser medidas en una dirección y remedidas en la inversa las
distancias con cinta metálica; no haber sido favorecidas por el viento y
conseguidas dentro del número máximo de seis intentos oficiales.
EL APARATO
Consistirá en una barra torneada, de acero
duro y de una sola pieza, aunque para su descripción es conveniente dividirla
en dos partes principales: una parte más gruesa, que se le denomina “cabeza” y
“cola” la parte más delgada.
La “cabeza” estará compuesta de tres troncos
de cono y terminara en punta. El primer tronco de cono, a continuación de la
“cola”, tendrá de diámetros 0,0155 m. y 0,0225 m. y de altura 0,015 m. El
segundo, a continuación del anterior, tendrá de diámetros 0,0225 m. y 0,031 m.
y de altura 0,275 m. El tercer tronco de cono tendrá de diámetros 0,031 m. y
0,0325 m. y de altura 0,09 m.
La punta será a revolución y como continuación
del tercer tronco de cono; tendrá su base un diámetro de 0,0325 m. y una altura
de 0,03 m.
La “cola” tendrá un metro y nueve centímetros
de largo y un grueso uniforme de 0,0155 m.
La longitud total de la barra ser de 1,500
metros.
Su peso no será inferior a 3,500 kilogramos.
ZIGOR. (Fuente: Excelsius 1933)