El 27 de agosto falleció en Usansolo a la edad de 91 años Sabin Yurrebaso Etxebarria Arotza, abertzale íntegro y gudari que luchó por la libertad de Euskadi durante la guerra en las filas del batallón Meabe.
Ebanista de profesión, con tan sólo 18 años Sabin Yurrebaso abandonó la casa de sus padres, Benito y Filomena, siguiendo los pasos del primogénito de la familia, Kepa, al inicio de la insurrección militar.
"Con la escopeta al hombro", como él decía, se alistó en el Meabe con otros dos vecinos del barrio de Labea, Pablo Meñika y José Mª Barandika. Tras intervenir en múltiples acciones contra el Ejército franquista, poco antes de ser capturados, Arotza, junto a otros gudaris, pudo trasladarse a la clínica Euskalduna de Bilbao, donde trabajaba su padre, Benito, como enfermero. Allí recibieron la atención médica necesaria y recobraron las fuerzas para buscar la salida de Bilbao, que estaba punto de caer.
Tomada la decisión de trasladarse a Francia, en Santander cogieron una pequeña embarcación, lo que para ellos suponía un verdadero alivio tras la incertidumbre de las semanas previas, pero la acción del buque de guerra franquista Canarias les hizo retroceder para arribar, tres días más tarde, a Ribadesella (Asturias), donde, finalmente, fueron detenidos y enviados al penal de Laredo (Cantabria).
A partir de ahí, comenzó su largo periplo por las cárceles franquistas, un peregrinaje que le duró siete años: las prisiones de Cariñena (Zaragoza), Miranda de Ebro (Burgos), Teruel y Girona fueron testigos de su paso, siempre con la P de prisionero grabada en su ropa.
No obstante y aunque preso, también gozó de algunos privilegios por su condición de arotza (carpintero) al tener que fabricar para los oficiales franquistas camas, camastros y algunos muebles.
Una vez conmutada su pena, Arotza fue llamado a filas donde sirvió dos años en Gasteiz y Punta Galea como artillero de 2ª.
Alderdikide en Usansolo, Arotza tenía un gran sentido del humor del que hacía gala junto a sus amigos en las reuniones vespertinas que diariamente celebraban junto al taller de carpintería que a lo largo de su vida laboral regentó en Labea -frente al hospital-. Era este gran sentido del humor el que le llevaba a comentar que si tras siete años "me llamaron a la mili como artillero de 2ª, si me llegan a tener hasta hoy, cabo primero, ¡seguro!".
Alderdikide y uno de los fundadores de EAJ-PNV en Usansolo, vio reconocida su labor como gudari y su paso por las cárceles franquistas por el Gobierno vasco.
Fuente: Aitor Bikandi Sagarminaga (Deia 2010)
"Con la escopeta al hombro", como él decía, se alistó en el Meabe con otros dos vecinos del barrio de Labea, Pablo Meñika y José Mª Barandika. Tras intervenir en múltiples acciones contra el Ejército franquista, poco antes de ser capturados, Arotza, junto a otros gudaris, pudo trasladarse a la clínica Euskalduna de Bilbao, donde trabajaba su padre, Benito, como enfermero. Allí recibieron la atención médica necesaria y recobraron las fuerzas para buscar la salida de Bilbao, que estaba punto de caer.
Tomada la decisión de trasladarse a Francia, en Santander cogieron una pequeña embarcación, lo que para ellos suponía un verdadero alivio tras la incertidumbre de las semanas previas, pero la acción del buque de guerra franquista Canarias les hizo retroceder para arribar, tres días más tarde, a Ribadesella (Asturias), donde, finalmente, fueron detenidos y enviados al penal de Laredo (Cantabria).
A partir de ahí, comenzó su largo periplo por las cárceles franquistas, un peregrinaje que le duró siete años: las prisiones de Cariñena (Zaragoza), Miranda de Ebro (Burgos), Teruel y Girona fueron testigos de su paso, siempre con la P de prisionero grabada en su ropa.
No obstante y aunque preso, también gozó de algunos privilegios por su condición de arotza (carpintero) al tener que fabricar para los oficiales franquistas camas, camastros y algunos muebles.
Una vez conmutada su pena, Arotza fue llamado a filas donde sirvió dos años en Gasteiz y Punta Galea como artillero de 2ª.
Alderdikide en Usansolo, Arotza tenía un gran sentido del humor del que hacía gala junto a sus amigos en las reuniones vespertinas que diariamente celebraban junto al taller de carpintería que a lo largo de su vida laboral regentó en Labea -frente al hospital-. Era este gran sentido del humor el que le llevaba a comentar que si tras siete años "me llamaron a la mili como artillero de 2ª, si me llegan a tener hasta hoy, cabo primero, ¡seguro!".
Alderdikide y uno de los fundadores de EAJ-PNV en Usansolo, vio reconocida su labor como gudari y su paso por las cárceles franquistas por el Gobierno vasco.
Fuente: Aitor Bikandi Sagarminaga (Deia 2010)