Hasta 1896, la fábrica de “La Dinamita” transportaba sus productos explosivos utilizados en minas, canteras, construcción, actividades militares, etc. en el Estado y sus colonias africanas, por tren hasta Atxuri y desde allí a los almacenes en el centro de Bilbao, junto a la Estación de Abando y a las gabarras que la llevaban hasta Zorroza, donde el explosivo era cargado en el vapor Cabo Machichaco de la naviera “Ybarra y Cía.”. En uno de sus viajes, el Cabo Machichaco, adquirido en 1885, con el objetivo de utilizarlo en el servicio de cabotaje entre Bilbao y Sevilla, cuya primera escala era en el puerto de Santander. El 3 de noviembre de 1893, ocurrió la mayor tragedia de carácter civil ocurrida en el Estado en el siglo XIX. Después de haber pasado la cuarentena por los casos de cólera en Bilbao, atracó en Santander, transportando varios garrafones de ácido sulfúrico en cubierta y 51 toneladas de dinamita, de cuya existencia no se había dado parte o bien fue omitido por las autoridades portuarias.
Cabo Machichaco semihundido.A la una y media de la tarde, se recibieron informaciones de que se había producido un incendio a bordo del Cabo Machichaco, que se intentó apagar con los pocos medios disponibles del barco, los de los bomberos y los del gánguil de la Junta del Puerto. El incendio, se extendió de la cubierta a las bodegas de proa, surgió como consecuencia de la explosión de una bombona de vidrio con ácido sulfúrico. Acudieron a prestar ayuda las tripulaciones de los barcos que se encontraban fondeados o atracados, en las inmediaciones. A la tarde, con el incendio todavía presente, se supo el contenido de la embarcación, pese a ello, el público no fue retirado de la zona. Una hora después, las dos bodegas de proa estallaron, produciendo una onda expansiva que se propagó por toda la bahía, lanzando fragmentos de hierro a varios kilómetros de distancia. El resultado de la explosión fue de 590 muertos y 525 heridos. Fallecieron la mayor parte de las autoridades civiles y militares de Santander, además de bomberos, trabajadores y curiosos que se habían acercado para observar cómo ardía el barco. Durante los meses siguientes al desastre, se intentó recuperar la dinamita restante del barco hundido en la bahía, pero de nuevo el barco volvió a ser protagonista de otra tragedia, pues el 21 de marzo de 1894 se produjo una explosión como consecuencia de estas labores y murieron 15 operarios. La segunda cuando estaban desguazando los retos del barco un buzo golpeó un remache suelto, que salió despedido e impactó sobre restos de dinamita.
Estado de la ciudad.
Tras el trágico suceso que destrozó la parte antigua de la ciudad, a las demandas sobre la peligrosidad de este almacenaje y transporte, se unió el elevado coste del transporte por ferrocarril. Ante las quejas, el Gobernador Civil cerró el depósito bilbaíno y se propuso en 1899, la ría de Urdaibai para el embarque de la dinamita y como punto más idóneo Murueta. Para ello el explosivo seria transportado desde Zuazo en el ferrocarril de la “Compañía Amorebieta-Guernica-Pedernales” hasta el apeadero próximo al actual Astillero de Murueta, de donde eran cargados en gabarras hasta la ensenada de Arketa situada en Laida, en cuyo muelle se hallaba el buque distribuidor.
Cargadero de Murueta.
El encarecimiento del transporte de la dinamita, forzó a la UEE, a la creación en 1899 de su propia naviera, para no depender de la contratación de fletes y poder integrar el transporte de los explosivos con el abastecimiento de materias primas, y comenzó a distribuir con una regularidad de un viaje mensual los explosivos fabricados en Galdakao a los diferentes puntos de las costa peninsular. Los viajes de vuelta eran utilizados para el transporte y suministro de piritas onubenses y carbón de Asturias a las instalaciones de Galdakao.
Cargadero de Arketa.
Detrás de todo este negocio estaban los Gandarias, dueños de la “Cía. del ferrocarril Amorebieta-Guernica-Pedernales”, vice-presidente de la UEE y mineros, consiguiendo el monopolio de su distribución y venta, que transportaron en su propio ferrocarril, para embarcarla en su propia naviera, que la repartía por todas las minas, muchas de las cuales eran suyas, en una integración vertical de negocio.
En 1921 el Ayuntamiento de Busturia solicitó al Consejo de Ministros la prohibición de embarque de materias explosivas procedentes de “La Dinamita”, mientras no se realizasen obras que garantizasen la seguridad del pueblo.