Carmelo Leizaola nació en Donostia en
mayo de 1901 en el seno de un matrimonio euskaldún y económicamente acomodado.
Su padre José Zacarías Leizaola (1869-1902) fue un litógrafo y fotograbador, de
ideología nacionalista, amigo de los Baroja y de Bonifacio Etxegarai. Su madre
fue Cándida Sánchez. Fruto de este matrimonio nacieron siete hijos, de los
cuales Carmelo fue el cuarto. Su hermano Ignacio estudió química en la
universidad de Baviera, Jesús María (1896-1989), el segundo lehendakari de
Euskadi, fue como Carmelo, miembro de la Junta Permanente
de Eusko Ikaskuntza, Ricardo fue un impresor y editor donostiarra, director de
la librería “San Ignacio”, creada por su padre, promotor y editor del semanario
euskeríco Argia (1923-1936), muy vinculado también a Eusko Ikaskuntza, a cuya
dirección propuso en 1928 la edición de textos clásicos euskéricos bajo la
supervisión de Julio Urquijo.
Carmelo Leizaola ( Euskomedia Fundazioa )
Carmelo al igual que Jesús María estudió el bachillerato en
el Colegio de Lekaroz (Nabarra), obteniendo un curriculum excelente. Continuó
su formación en el Instituto de Química de Sarria con el químico Padre Vitoria,
autor de un tratado de Catálisis química. Había sido antes iniciado en el
vasquismo por su familia y por los Padres Capuchinos de Lekaroz. Aprendió
alemán y leía textos bilingües anglo-castellanos como el de “Euskalerriaren
yakintza” de Azkue.
Su afición por esta ciencia, le permitió antes de terminar
sus estudios, colocarse en la fábrica de “La Dinamita”, en donde trabajó hasta
su temprana muerte. En 1924 comenzó a estudiar la carrera de Ciencias en la
universidad de Zaragoza, pasando finalmente a Madrid, donde estudió Farmacia. Comprobaba
la existencia de errores en libros alemanes de química. Introdujo el atletismo a Galdakao, tras estudiar Ciencias Químicas en Barcelona. En 1925 fue nombrado presidente del Club Elexalde, siendo uno de los introductores del atletismo en el municipio. En 1926 sufrió un accidente al estallar el autoclave de la fábrica de “La Dinamita”, resultando herido junto a su ayudante Dionisio San Torcuato. Además de por la química, se interesó por el desarrollo de la cultura vasca, fundando en Galdakao la sociedad “Euskeraren Adiskideak” (1931), que buscaba la promoción social del euskera y que finalmente puso en funcionamiento la ikastola local. En su labor de defensa del euskera, participó a principios de 1931, en la campaña a favor de la inscripción de los recién nacidos con nombres euzkericos en el Registro Civil, frente a la negativa de las fuerzas políticas conservadoras.
Plano general del Instituto Químico Sarria
Fue desde 1932 miembro de la Junta Permanente
de Eusko Ikaskuntza, ya que en ese año fue nombrado vocal de la sección de ciencias
matemáticas, físicas y químicas. En 1934 fue elegido presidente del Comité Ejecutivo
pro Escuela Vasca de Galdakao, en su calidad de socio protector de la entidad.
Estuvo en Paris, donde pudo adquirir varios libros alemanes de viajes por
Vasconia. Estudio el euskera en los libros y eran un proselitista, como se
prueba por el hecho de alguna apuesta (carácter muy vasco este) que concertó
con un socio de “El Sitio”, que no creía que se enseñara este idioma por las
universidades alemanas. Recogió algunas estadísticas agrícolas en Galdakao y
proyectaba una monografía sobre el municipio.
Deposito de productos del Instituto Químico Sarria
Su muerte se produjo en Sudamérica en febrero de 1936, mientras realizaba un viaje de promoción de los estudios vascos. Posteriormente a su fallecimiento, por suscripción popular de 10 céntimos, se costeo una placa que fue colocada en la fachada de la ikastola, y se decidió nombrar a esta, con el nombre de “Leizaola´tar Karmel”, en recuerdo a su labor en Galdakao a favor del euskera, en las escuelas vascas de Plazakoetxe. Una vez comenzada la guerra civil, una Compañía de Milicias Vascas, tomó también su nombre.
Publicado en el periódico local de Galdakao "Dime".
Publicado en el periódico local de Galdakao "Dime".
EL SEÑOR LEIZAOLA Y LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS DE QUÍMICA.
Don Carmelo de Leizaola, licenciado en Ciencia, Químicas y
Farmacia D.I.S.S., no pudo dar verbalmente su conferencia, pero la remitió
escrita, siendo leída por el estudiante de disciplinas análogas señor Serrats
Urquizu.
La conferencia del señor Leizaola acerca de los “Estudios
Universitarios de Química y su trascendencia para el País Vasco”, se inició por
una ojeada, plena de interesantes observaciones, de las que resulta como los
productos químicos, cuya circulación en el mundo ha representado uno de estos
últimos años la cifra de 60.000 millones de pesetas y en España más de 350
millones cubren las necesidades alimenticias fertilizantes, de defensa de la
agricultura, de producción de medicamentos , de trasformación de la metalurgia,
de dar homogeneidad, resistencia y colorido a la industria textil, de producir
papel, la seda artificial, la industria de grasas y jabones, los materiales de
construcción, las pinturas, etcétera, pues es característica de la ciencia
química la ubicuidad de sus aplicaciones.
La química en nuestra Universidad contribuirá al progreso
universal como ha contribuido en países pequeños como Suiza, Suecia, Noruega y
Holanda. La ética social tan desarrollada entre los vascos, con el respecto y
consideraciones que tributaria a los sabios, dotando a su Universidad de
independencia, la elevaría a la mayor altura y por lo que se refiere al a
química, las cualidades y reflexión de la raza, la hacen muy adecuada para su
cultura, según han podido comprobar en los obreros vascos de industrias
químicas, la experiencia del conferenciante y la de técnicos que la han
ejercido en las zonas europeas más adelantadas.
Respecto al modo de cursarse los estudios de Química en
nuestra Universidad, establece la diferencia entre la labor de los profesores y
hombres especulativos que necesitan aulas y laboratorios de experimentación y
la de los técnicos de que para ir ponderando los factores prácticos han de
poder disponer de Instituciones auxiliares o laboratorios que pudieran
proporcionar las entidades industriales. Se ha de tener de la enseñanza
verbalista, de la falta de coordinación en los programas de las pruebas
memorísticas y así nuestra enseñanza química renovaría las glorias que alcanzo
en tiempo de los Amigos del País y buena parte de la actual industria, cual la
metalúrgica, la papelera, la agrícola y tantas otras recibirían el influjo de
nuestra Universidad.
Reproducción del articulo de Carmelo Leizaola en el diario Euzkadi, sobre el cierre del Instituto Químico de Sarriá, como consecuencia de la disolución de la Compañía de Jesús.
El Instituto Químico de Sarriá y la enseñanza superior de la química en el Estado español. Quisiera en estas líneas exponer de un modo objetivo y concreto, la significación del Instituto Químico de Sarriá (I.Q.S) como valor cultural dentro del Estado español, y señalo particularmente las condiciones de objetividad y concreción de este articulo, porque se refieren a materia tan exigente de ellas como lo es el examen y valoración de la enseñanza y formación de profesionales, de una ciencia experimental cual es la Química.
La trascendencia que sobre la vida total de un país tiene la preparación de aquellos de sus hombres por su intervención en las esferas de cultura superior, y en este caso se encuentran todas las especialidades científicas, no necesita ser comentada. Únicamente ofrezco ahora esta reflexión para que no deje de hacérsela el lector paciente al terminar la lectura de este trabajo.
Atento pues, a las condiciones arriba dichas, paso a indicar las características de la enseñanza en el I.Q.S, no sin antes advertir que hasta mi ingreso en el Instituto Químico de Sarria no habían los Padres Jesuitas tenido parte en mi formación elemental, ni secundaria, así como tampoco en mi formación espiritual, puesto que no pertenecí a ninguna Congregación ni Asociación de niños o jóvenes dirigida por ellos.
Como el fin primordial de los estudios cursados en el I.Q.S es la preparación de técnicos de la Química, en primer término merece destacarse el alto sentido pedagógico que demuestra la distribución establecida en aquel Instituto del tiempo de trabajo, siendo así que se dedicaban seis horas diarias al trabajo de laboratorio y una a la explicación teórica. Este sistema de enseñanza- hace observar el ilustre director de dicho Centro P. Vitoria, en su opúsculo-programa intitulado “El Instituto Químico de Sarriá, Barcelona”- lo aprendió en las Universidades belgas y alemanas. De otra parte, sabido es que en las españolas no llegan a seis horas semanales (y ellas cuantas veces no son letra muerta del programa) de prácticas en las Facultades de Ciencias y Farmacia.
Esta primera y decisiva a directriz en la instrucción técnica de los futuros profesionales de la Química, tal como estaba concebida en el I.Q.S, se refleja naturalmente, en numerosos aspectos que sucintamente vamos a enumerar.
Siendo condición necesaria para la adquisición de conocimientos químicos la experimentación y practica del laboratorio, el numero de matriculas estaba limitado por el de capacidad de los laboratorios. Cada alumno tenía sus 2,20 mts de mesa propia, con la estantería, cajones, armarios, dos mecheros de gas, grifos de agua y demás elementos adecuados, hasta 104 piezas de vidrio soplado, metal, etc., todo ello de uso personales e inamovible durante el curso. De uso común eran las balanzas, vitrinas de tiro forzado, instrumentos físicos, etcétera. La fotografía del almacén de productos y el plano que adjuntamos son indicadores fehacientes de lo dicho, y en este particular podemos afirmar que la disposición y condiciones del I.Q.S. no desmerecen en nada de los más afamados extranjeros.
Completa aquellas instalaciones una rica biblioteca, en la que por añadido a las más renombradas obras y enciclopedias de la Química mundial, ser recibían, hasta hace escasos días, treinta y tantas revistas especializadas, algunas de cuyas colecciones estas completas desde 1880 y 1870. ¿En qué Centro cultural español encontrar aquellas esplendidas colecciones del Berichte, Chelsches Zentralblatt, Chemical News, Comptes Rendues, Revue des Questions Scientifiques y otras?
Quedaba este conjunto de elementos, bajo la dirección de dos químicos eminentes, los PP Vitoria y Saz, cuyas obras, ya famosas, hemos visto tan a menudo entre los estudiantes oficiales universitarios. Basta recordar las tituladas “Practicas Químicas” y “Tratado de Análisis”. El control al final del curso de un examen escrito de seis horas, mas otro oral de media, complemento todo ello del diario de prácticas efectuadas durante el curso con un numero mínimo de productos a obtener o análisis realizados, producían los jóvenes técnicos que al ser incorporados a la industria o al laboratorio industrial no les era extraño el olor a vapores nitrosos o carbilamina.
De la seriedad y suficiencia de los estudios realizados es prueba inequívoca la circunstancia única, dentro del territorio español, de ser concedido el título oficial francés de ingeniero químico (anejo a la Universidad de Toulouse) con un solo curso de revalidad para los diplomados del I.Q.S. También corrobora lo anterior la presencia, observada durante todos los años que ha funcionado este Centro de licenciados y doctorales en Medicina, Ciencias, Farmacia y otras carreras que se inscriban para ampliar o practicar sus particulares ramas de conocimientos.
Un centro cultural de características tan relevantes no podía dejar de hacer sentir su influencia en los dominios de la ciencia química peninsular, y, en efecto, si la contribución española a la química mundial está reflejada en las revistas especializadas, nos encontramos con que las 810 revistas químicas mundiales (totalidad de los idiomas) catalogadas por la Deutschen Chemischen Gesselschaft, once están escritas en castellano, de ellas , seis en la Argentina, tres en la Península, una en Ecuador, una en Chile. Pues bien, de las tres españolas, una es mixta (de Física y Química), y de las otras dos, solamente “Afinidad”, revista de los antiguos alumnos del I.Q.S exige y publica sus artículos originales y a base de experiencias personales.
Pese a todo lo que aquí hemos dicho, el I.Q.S. desaparece en virtud del decreto de disolución de la S.J.
Bastaría lo dicho para dejar en relieve la aberración incalificable de la medida que ha dado lugar a este número extraordinario de EUZKADI. Pero no quedara el lector suficientemente orientado si no puede comparar la capacitación de los Centros docentes oficiales, cuya obligatoriedad y monopolio se busca establecer. Debo manifestar aquí que los aspectos a que voy seguidamente a referirme tratando de la enseñanza oficial del Estado, han sido personalmente intervenidos por mí, y podría dar de ellos cuantas ampliaciones y pormenores se exigiesen.
Examinándome en la Facultad de Ciencias de la asignatura de Cosmografía y Física del globo en 1923, me fue propuesto un problema particular y fundamental de la asignatura, que exigía la aplicación trigonométrica esférica. Pero en ningún programa anterior de la carrera había sido esta estudiada, y observe al Tribunal este hecho, que justificaba el que no hubiera sabido resolverlo. Con todo, el Tribunal no accedió??, aunque me simplifico el problema, y gracias a que por mi iniciativa, fuera de la previsión oficial de la enseñanza, había estudiado la materia, conseguí ser aprobado. En este caso que describo, a pesar de su anomalía, se encuentra un fondo de seriedad, pero téngase en cuenta que se trataba de una alumno libre. Todo licenciado sabe que con uno oficial no hubiera sido así.
En la misma Facultad de Ciencias de Zaragoza, por cierto que reconocía con general coincidencia de profesionales como la más acreditada de las españolas, al sufrir el primer examen práctico de Química, después de aprobados los ejercicios orales, quede confinado, como es de rigor en estos casos, en un laboratorio y me entrego el profesor un mineral proponiéndome que extrajese de el el metal puro. Simultáneamente se me entrego una hoja sellada en la que había de escribir los elementos de trabajo, material de vidrio o porcelana, hornos, etc. que necesitase para la experiencia. Inscribí en ella los materiales y aparatos que creí necesarios para hacer debidamente el trabajo, materiales y aparatos que yo había usado en el Instituto Químico de Sarriá, y remití la hoja al profesor. Después de un largo rato, se me??? Presento el ayudante de la asignatura y me comunicó que, por no haber unas piezas y ser caros otros materiales debía esquematizar la experiencia. Al día siguiente basto que con la demostración de un montaje improvisado, y sin llegar a la ejecución técnica del problema, como la comprobación de materias, temperaturas, etcétera, mostrase conocimientos prácticos para ser aprobado.
En otras Facultades, sube de todo punto la incoherencia en el plan o en el método, y no puede encontrarse la justificación a los absurdos pedagógicos, aun apoyándose en que el carácter sea erudito o especulativo, sea técnico o profesional, de las enseñanzas facilitadas. Por eso he sido testigo y ..de Tribunal que en la asignatura de Mineralogía y Zoología aplicadas a la Farmacia, suspendida el 80 por 100 de los alumnos por no saber los parámetros de las formas cristalinas de los minerales, lo que traducido a un sentido vulgar es parecido a decir que el 60 por 100 de los médicos no pueden haber aprobado al carrera por no saber establecer matemáticamente las funciones algebraicas o trascendentes que representan las curvas de los huesos del cráneo.
Y para terminar, porque la materia seria inagotable, quiero apuntar los textos de la Facultad de Farmacia de la Universidad Centra, que en 1928, es decir, ya bien entrado el siglo XX, hablaban de obtención de productos en “cazuelas de barro de Zamora”, algo así como si la porcelana fuera todavía secreto de los chinos o tan cara que el platino.
Y un episodio final, que dirá por multitud de otros menos significativos. Estábamos en la Facultad de Farmacia de Granada haciendo un ejercicio práctico de una asignatura del último curso cuatro examinados. Uno de ellos se me acerca y me dice: “Dame la pesa de 1 dgr., que no conozco los pesos”. Al cabo de dos horas, yo le perdí de vista en este tiempo, vuelve a dirigirse a mí diciéndome “Sácame estos cálculos, que no puedo”. Se los hago. Eran una aplicación de tres. Al día siguiente me cruzo con él en las calle de los Reyes Católicos, de la misma capital. Me saluda alborozado y me entrega una tarjeta de visita. “Fulano de Tal. Farmacéutico”.
Es cierto que después de los años aludidos se han cambiado algunos planes oficiales de enseñanza. También se han cambiado otros rótulos. Pero no es menos cierto que de aquellas inmediatas raíces culturales, infectas y deformes, no puede brotar una generación científica e intelectual en el sentido estricto y didáctico de estos vocablos. En estas circunstancias se va al monopolio oficial de la educación e instrucción. ¿En nombre de quién? Desde luego, en contra de la Ciencia y Cultura.
Y se va en busca de ese monopolio, comenzando por disolver y destruir la Compañía de Jesús.
Asociación que tiene los mejores y más numerosas bibliotecas, insuperables e insustituibles laboratorios químicos, biológicos, astronómicos, sismológicos, colecciones prehistóricas, antropológicas, minerales, etcétera, valiosísimas, el mayor número de licenciados y doctores, muchos especialistas en el extranjero, tantos miembros académicos de las peninsulares y extranjeras.
LEIZAOLA´TAR KARMELO.
D. I.Q.S.
Licenciado en Ciencias.
Licenciado en Farmacia
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