Camiña, arquitecto del edificio inaugurado.
En 1847, atendiendo al diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Madoz, Galdakao disponía de una escuela para ambos sexos, al que asistían 40 alumnos. Habría que esperar hasta el 22 de septiembre de 1912, para que el municipio se dotase de un edificio digno para la enseñanza. El diario “La Gaceta del Norte” se hizo eco del acto de inauguración de las escuelas de La Cruz, fiesta presidida por el Obispo Prior de las Órdenes Militares, hijo de la localidad, con la asistencia de autoridades y pueblo en general que se sumó al acto.
A las diez en punto, y con una concurrencia numerosa, se
celebró el anunciado concurso de ganados en el que se presentaron excelentes
ejemplares. Entre los novillos, ganó el primer premio, consistente en 25
pesetas, el presentado por Francisco Ascueli. Otro primer premio de igual
importancia, lo obtuvo la vaca que presentó Felipe Barrenechea. Y por último,
el de bueyes, igualmente de 25 pesetas, se lo llevó el presentado por Calixto
Barroeta. El concurso terminó a las once de la mañana.
En la planta baja del edificio se colocó el altar en el que
comenzó la bendición, terminando en el segundo piso. El prelado disertó sobre la
instrucción y la formación pedagógica, base de la prosperidad de los pueblos en
opinión del eclesiástico. Realizó también, un estudio retrospectivo de la
influencia de la enseñanza en la civilización y el progreso.
El obispo, prior de las órdenes militares, bendiciendo las nuevas escuelas de Galdakao. Foto Santaló.
El obispo, prior de las órdenes militares, bendiciendo las nuevas escuelas de Galdakao. Foto Santaló.
La planta baja cubierta, estaba destinada al recreo de los
alumnos, el piso principal a la escuela de niñas y el segundo a la de niños. Se
dividía en dos grados, de manera que serian escuelas graduadas. Estaban dotadas
de todos los servicios, urinarios, lavabos y guardarropas, instalados conforme
a todas las prescripciones de higiene de
la época. El material de enseñanza era un verdadero modelo. Estaban pensadas para
200 niños e igual número de niñas. Disponían de amplias escaleras completamente
independientes. El edificio no tenía más dependencias que las escuelas, nada
que no estuviese relacionado con la enseñanza. La superficie por alumno, era
más del doble de lo obligado por la ley y la “ubicación de aire” era más del
triple, en palabras del periódico. El proyecto de escuelas fue iniciado siendo
alcalde Francisco de Rementeria.
El Ayuntamiento obsequio con un banquete al obispo al que asistieron
60 comensales y servido por el hotel-restaurant
Torróntegi, entre autoridades políticas, judiciales, educativas, eclesiásticas
y prensa, celebrándolo en las nuevas escuelas, con mesas adornadas con flores
naturales y bonitos jarrones. Presidio la mesa Gandasegi, situándose a su derecha; el secretario del
Gobierno Civil, el diputado Ampuero y los señores Piñol y Jacqué. A la
izquierda; el alcalde, el diputado San Pelayo y los señores Caramés y Arnau. Julián
Larrinaga sirvió el banquete, con arreglo al siguiente menú: Tortilla de jamón,
langosta con mayonesa, perdiz a la cazadora, espárragos, roastbeef a la inglesa,
mantecado de vainilla, pastas y fruta, café, licores y cigarros, vinos de
Bodegas Bilbaínas, La Rioja Alta y Champagne.
Edificio de las nuevas escuelas inauguradas. Foto Santaló.
Posteriormente al banquete, hizo
su presentación la rondalla de Basauri
a la
que se obsequió con café y cigarros.
Una novillada dio principio a las 4 con la presidencia el
alcalde Gandasegi y dos señoritas. Pertenecían los novillos a la ganadería de Pedro
Nazabal , de Otañez (Cantabria), y los encargados de entendérselas con ellos
eran los muchachos de Txikito de Leiona. Hecho el despejo a los acordes de la música, salió el primero,
con divisa verde y blanca. El bicho demostró poder y bravura, y lo manteó José Jiménez,
Relojerito. José Imós clavó un par de frente y pasó el bicho a manos del de Leiona. El
segundo era más bravo todavía que el anterior. La cuadrilla se retiró. Todos
temían al bicho. Algunos de los espectadores bajaron a capearlo y Ángel Tejedor
se decidió a clavar un par que no clava. Manuel Lozano clava un par aceptable y
Eugenio Urioste, el de Leiona, se decide a tomar el pincho y el trapo rojo, y
acierta con una estocada que da fin del novillo. El director de la Dinamita le obsequió
con un billete de 25 pesetas, que Urioste aceptó agradecido.
La romería duró hasta las once de la noche, y fue amenizada por la
Banda de La Dinamita y el tamboril. Finalmente al anochecer, se pudo disfrutar de fuegos artificiales y cinematógrafo.
Fuente: Dime
Fuente: Dime
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