Desde mayo de 1936 se estaba preparando el levantamiento militar. Pero no sería hasta el 17 de julio, cuando comienza en Melilla el “movimiento de cuarteles”. Al día siguiente, la sublevación se extendió al Protectorado español de Marruecos.
Con la llegada de las primeras noticias al municipio, se suspendieron las fiestas de Bengoetxe y en los cruces de la carretera general que transitaba por el municipio, se establecieron controles para no permitir el paso a los vehículos que no llevasen la documentación en regla, realizándose por las milicias, detenciones de conocidos fascistas locales. Pero también se mostraron las primeras muestras de solidaridad con los gudaris, como la realizada por Buenaventura del Río, al ceder una casa de su propiedad en el barrio de Zabalgane, para la instalación de un hospital donde atender a los heridos procedentes del frente.
El día de la festividad de San Ignacio, el alcalde en funciones Abasolo, publicó un bando en el que quedaba prohibido detener a nadie, salvo en aquellos casos en que la orden partiese del Comité Local de Defensa y cuando los realizasen cuerpos armados como los Forales, Guardia Civil, etc., determinándose la entrega de las armas, a todos aquellos que no poseyesen licencia especial para su uso, en el Comité Local. Una vez reintegrado a sus funciones el alcalde Simón de Linaza, se organizaron en el cine local funciones teatrales, destinándose la recaudación a los gastos de abastecer de víveres a las milicias. Con igual propósito, en el edificio de la Comisión de Asistencia Social del PNV en Plazakoetxe, se reunían las emakumes confeccionando prendas destinadas a los mendigoizales que se hallaban en campaña. Los actos en favor de los gudaris locales, por tanto, se multiplicaron en el municipio.
A mediados de septiembre, llegaron procedentes de Gipuzkoa, civiles desplazados que fueron alojados en casas ofrecidas por abertzales locales. A principios de octubre, la columna de gudaris que marchaba desde los acuartelamientos de Bilbao en dirección al cuartel general del frente, desfiló cuando el pueblo estaba recogido en sus casas, entonando canciones patrióticas y asomándose los vecinos a sus balcones, con signos de emocionante reconocimiento.
En noviembre, comenzaron las aglomeraciones de vecinos ante las expendedurías de carne, provocando incidentes y el racionamiento inmediato de dicho producto. A finales de año, el Ayuntamiento dispuso de un servicio de aprovisionamiento de pescado, mediante la que una camioneta municipal, trasladaba desde Bermeo el pescado necesario para la población, aunque se presenciaron incidentes, porque los vendedores de pescado, se negaron a vender al precio tasado señalado por el Ayuntamiento, con un margen de ganancia de sesenta céntimos. Entonces los concejales, dispusieron que la venta se hiciera en las carnicerías, realizándose con éxito, pues el público secundó la decisión acudiendo a comprar pescado en gran número. En las navidades de dicho año, el diario “Euzkadi” publicó una crónica entrañable desde Otxandio, enviada por Sabin de Egileor, teniente de la Compañía “Iñaki San Miguel”, en la que se explicaba la actividad diaria de los gudaris y como nota curiosa, nos informaba de la alimentación en el frente de combate, a base de talo con leche y tazones de chocolate.
El nuevo año dio comienzo con el acto celebrado en la iglesia de Elexalde, con el fin de entregar y bendecir, las banderas de las Compañías “Iñaki San Miguel” y “Carmelo Leizaola”, con una extraordinaria concurrencia de público. Por la tarde, se produjo gran inquietud en el vecindario por la presencia de la aviación fascista, que lanzo varias bombas sobre la fábrica de “La Cantábrica” que no produjeron daños personales.
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