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jueves, 22 de septiembre de 2016

Romualda Zuloaga, la panderojotzaile de Bekea.


Nacida en Bekea en 1913, fue una importante figura del folklore vasco, cantando en euskera, su lengua natal y vehicular, junto a su marido José Ojanguren y otros panderojotzailes, albokaris y acordeonistas.


    Romualda y Mariano. Foto. Familia Ojanguren Zuloaga.
 

Antes de su etapa “profesional”, Romualda se inició junto a su marido José Ojanguren y el acordeonista Marcelo Arrieta “Borlas”, por las fiestas, pasacalles y verbenas de los pueblos de los alrededores. Se le podía escuchar por “Santotxikerra”, Upo y Lekubaso, montes cercanos a Arteta donde se hacían unas grandes y conocidas fiestas antiguamente.


Romualda y Marzelo. Foto. Familia Ojanguren Zuloaga.


A pesar de su buena andadura en los grupos Ballet Olaeta y el grupo de danzas Dindirri durante los años 58 al 60, en los que estuvo alternando actuaciones en ambos grupos, prefirió unirse al grupo de danzas local Andra Mari. Una vez fundado dicho grupo, fue miembro inicial y destacado. El albokari que le acompañaba en aquellos tiempos era Antonio Aiesta “Jitano”, vecino también del mismo barrio, primer albokari del Andra Mari y Romualda la primera panderetera, realizando los ensayos en la cocina de su casa de Bekea. Como consecuencia de esos ensayos, se realizaron actuaciones junto a un cuarteto de baile, como la recordada en el desaparecido cine Regio de Galdakao, formando entre otras niñas de la localidad, su hija de 12 años Belén Ojanguren.

Pasacalles por Galdakao. Foto. Familia Ojanguren Zuloaga.


Junto a Mariano Barrentxea y en representación del grupo Andra Mari, participaron en certámenes internacionales de folklore, desplazándose por Gran Bretaña y Francia y ganando diferentes galardones. En 1965 por ejemplo, obtuvo el segundo premio en música dentro del grupo Andra Mari en el festival de Llangollen en Gales. En 1964 en primera edición y en 1967 en segunda, Romualda y Mariano Barrenetxea publicaron el disco “Alboka: bailables vascos”, él como albokari y ella como cantante y panderojotzaile. Este se reconoce hoy en día como el primer disco de alboka publicado, anteriormente existieron grabaciones aisladas, pero este es el primer EP (Extended Play) oficial. Cabe destacar que toda esta labor era totalmente altruista. Romualda jamás cobró por actuar, cantar o tocar, era su amor total por el pueblo y la música vasca. Tampoco se ganó dinero en los certámenes, ni con el disco editado.



Romualda con su hija.


En su casa de Bekea fue donde se ensayaba casi de una manera clandestina. Allí acudían otros integrantes del Andra Mari a bailar y tocar diferentes instrumentos. De estas reuniones, se conserva y se enseña hoy en día, un paso de baile que se aprendió en origen con Romualda Zuloaga y José Ojanguren.

Su acompañante más famoso fue sin duda Mariano Barrenetxea, músico e investigador del folclore vasco, y más concretamente de la alboka. La alboka era un instrumento pastoril relegado a cuatro pastores del Gorbea, estaba abocado al olvido, y gracias a los estudios y figura de Mariano, no cayó en este olvido y se recuperó, labor que también se la debemos al grupo Andra Mari. Otros personajes importantes en la vida de Romualda recordados por su familia son: Sabino Larrea, dentro del Andra Mari y mencionado en la contraportada del disco, y el músico, organizador de certámenes culturales, conferenciante, txistulari y jefe de programación de la Cadena Ser, José Luis Bengoa Zubizarreta, que visitaba regularmente la casa de Romualda. Además de su interés y presencia en casa, también se recuerda la emotiva entrada de radio que realizó al fallecer Romualda en Galdakao, “pinchando” sus canciones en la radio y rindiéndole un bonito y emocionante homenaje.
 


Fuente: Desiree Sanchez Ojanguren. Publicado en el periodico local Dime.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Sabina Zamalloa. De Galdakao a Superiora General

Articulo publicado en Deia sobre las hermanas Sabina y Miren Zamalloa.


viernes, 27 de mayo de 2016

El extraño caso del Dornier 17




Calles San Francisco, Iturribide y Ollerias. Fotos Elorza.


El domingo 18 de abril de 1937, las sirenas anunciaron al vecindario de Bilbao un ataque aéreo. A su encuentro despegaron del aeropuerto del viejo campo de polo de Lamiako, cuatro “chatos”, cazas rusos comandados por el cántabro Felipe del Río, que persiguieron a tres Dornier 17, veloces bombarderos nazis, denominados “lápices voladores”. El lugar más afectado por el bombardeo fue el refugio antiaéreo que había debajo de la fábrica de caucho y zapatos, “Cotorruelo y Cía.”, de la calle Prim en Iturribide. Los cuerpos destrozados iban saliendo despacio: un niño de cinco años, un joven, una mujer embarazada...



Dornier 17 derribado, perteneciente a la Luftwaffe. Foto Elorza.


El ataque fue narrado por el periodista George Steer, cuyo relato del bombardeo de Gernika inspiró a Pablo Picasso para reflejar las atrocidades de los bombardeos sobre poblaciones civiles. En el libro titulado El árbol de Gernika, se indica que  Steer se encontraba en el Hotel Torrontegi, y salió en dirección a Galdakao a ver el lugar donde fue derribado un avión alemán. Mientras unos arrojaban bombas sobre la ciudad, Felipe del Río persiguió a otro avión rebelde, que como consecuencia de combate aéreo, se incendió dando la sensación de caer abatido, pero que a duras penas pudo enderezarse brevemente y seguir planeando hasta las proximidades de Galdakao. Luego él y otros tres cazas, siguieron a otro averiado hasta Legutiano. Momentos antes de caer a tierra el aparato, trató de ganar altura para que se pudiesen tirar los tripulantes, pero al brotar una gran llamarada, los dos pilotos se vieron obligados a arrojarse en paracaídas. Uno de ellos cayó al agua y el otro a tierra, pero ambos por haberse lanzado cuando ya estaban a muy poca altura, resultaron muertos a consecuencia de la violencia del choque. Los restantes tripulantes del avión, al parecer otros dos, cayeron con el aparato y perecieron carbonizados. Según un testigo del derribo, los aviones cayeron cerca de un pinar de Arkotxa, limítrofe con Galdakao.



Cola del avión. Foto Elorza.


Un  piloto alemán de veintisiete años, Hans Sobotka, estaba medio calcinado y aún tenía los brazos en alto para cubrirse la cara, su último gesto antes de estrellarse en la ladera de la montaña. Uno de los cadáveres se salía de lo normal; de gran corpulencia, joven, rubia cabellera, un trozo de calcetín, cejas depiladas, labios pintados, largas y cuidadas uñas, y  manos blancas y finas. A primera vista, todo parecía indicar que los alemanes empleaban también a mujeres como pilotos de guerra, pero los médicos de la Sanidad Militar de Bilbao, desvistieron el cuerpo y lo exploraron: axilas depiladas y ropa interior de seda rosa, pero anatómicamente era el cadáver de un hombre. La ropa interior estuvo expuesta en el Departamento de Defensa Vasco y los médicos lo apuntaron en sus libros, como «uno de los incidentes más chocantes de la guerra civil».


Monolito instalado en el lugar de la caída.


Dado que los bimotores disponían de 5 tripulantes, había gran interés por conocer la situación del quinto ocupante. Días después, apareció un paracaídas con los hilos cortados en Upo mendi y a un individuo al parecer extranjero y con vestimenta de aviador, se le vio rondar por las inmediaciones de Galdakao, preguntando a unos muchachos sobre el camino que tenía que seguir para ir a Gasteiz. Dichos muchachos, pusieron el hecho en conocimiento de las autoridades, las cuales inmediatamente dictaron orden de busca y captura. No se dio veracidad al hecho, pero tampoco se negó, aunque la Policía Motorizada de Euzkadi (Euzkadiko Ertzaindi Igeletua) realizó una intensa labor de búsqueda.

                                                                  Felipe del Rio.


Días después, tras otra batalla aérea, Felipe del Rio falleció. Recientemente había sido ascendido a capitán.



Euzkadi´ko Ertzaindi Igiletua
 

Fabrica de Cotorruelo y Cia S.R.C.



Fuente: El árbol de Gernika y La Tarde.



Publicado en el periódico local Dime.