Lo resume la familia
de Amado Bilbao Uribarri: “Dio su vida por la familia y Euskadi. Hasta el
último aliento fue gudari”. Lo fue aquel recién nacido el 8 de diciembre de
1910, día de la Inmaculada en el barrio de Iberluze en Galdakao. Falleció el
pasado 22 de junio, con el curioso dato de que Amado pasa a la historia,
además, por ser el primer varón de Galdakao que nació, vivió y murió en la
localidad que llegó al siglo de vida.
Amado Bilbao, primero de pie por la izquierda, junto a otros gudaris. (Foto: deia)
Quien más adelante
fuera gudari del batallón Kirikiño, del PNV, llegó al mundo en el seno del
matrimonio compuesto por Ignacio Bilbao, del barrio Zabalea de Galdakao y de
Modesta Uribarri, de Dima. El padre trabajó en Unión Explosivos Rio Tinto de
Galdakao transportando dinamita, labor por la que le apodaron como “Ignacio el
caballista”.
Tuvieron 11 hijos.
Amado fue el segundo y quedó huérfano de padre cuando tenía 19 años. Por aquel
entonces ya habían fallecido tres hermanos y él quedó como cabeza de familia, e
hizo la labor de padre de siete hermanos, teniendo en cuenta que entre él y su
hermano pequeño, que era "el más travieso" -indica la familia-, había
casi 17 años de diferencia.
Los estudios
primarios los cursó con los Maristas del colegio Santa Bárbara. Fue un hombre
tan querido y respetado que al cabo de los años uno de los que había sido
profesor de él, y a su vez maestro de sus hijos le ponía como ejemplo a seguir
para los padres de los demás alumnos", recuerdan. Amado, como su padre,
trabajó en Unión Explosivos Riotinto -conocido popularmente como La Dinamita- y
llegó a ser con esfuerzo delineante proyectista.
Estalló la Guerra
Civil y con 26 años se alistó al batallón Kirikiño, del PNV. "La familia
era nacionalista y del PNV, porque eran los que defendían las costumbres de
nuestra tierra", explica María Luisa, su hermana.
Después de pasar mil
desgracias en diferentes líneas del frente y de estar a punto de morir por
fuego enemigo en Kanpazar, Bizkargi, en los Intxorta y en el alto de Artxanda
defendiendo Bilbao fue hecho prisionero de guerra por los italianos en Limpias
(Cantabria). De allí le trasladaron a un colegio de Castro Urdiales que hizo de
cárcel. En este destino recibía la visita de su novia Magdalena que le llevaba
comida y "disimuladamente al oído le contaba cosas del pueblo",
evocan sus familiares. De allí el régimen franquista le dispersó a Gasteiz,
Toledo, Castellón, y el fin de la guerra le cogió en Murcia.
Después de la guerra
siguió trabajando en “La Dinamita”, hasta se jubilación. Contrajo matrimonio en
1942 con Magdalena Zabala Aranburu, que como a él le gustaba decir "no hay
en el mundo una mujer tan buena". Tuvieron cuatro hijos y una hija y
"a todos ellos les dieron estudios", agrega la familia. En la
posguerra, con el hambre, Amado y Magdalena "con mucho esfuerzo crearon
una huerta maravillosa en un monte a la que llamo Iñarramendi".
Sus aficiones iban
desde la caza al club de fútbol, como él centenario, del Athletic. "Hasta
sus últimos días se interesó por el Athletic, y su afición principal fue la
caza, siendo buen cazador, y de joven jugó al fútbol en el equipo de La
Dinamita", señalan.
Su vida la dedicó a
mantener unida su familia, a Euskadi, a su huerta, a leer y a dibujar. Vivió
tranquilo la jubilación y con 96 años comenzó a escribir sus memorias. Murió
con cien años en paz y arropado por todos los suyos. Amado Bilbao fue un hombre
muy sereno, un gudari que "dejó huella a todos los que rodearon en su
vida", le reconoce su familia.
Fuente: Iban Gorriti, Deia
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