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sábado, 22 de diciembre de 2012
viernes, 16 de noviembre de 2012
Eusebio Zabala y el barco pirata
Igotz mendi
Eusebio Zabala, segundo oficial de maquinas del “Igotz mendi”, carguero
construido en los Astilleros Euskalduna perteneciente a la naviera “Sota y
Aznar”, participó
de manera involuntaria en un acontecimiento de gran repercusión en la I Guerra
Mundial. Fue apresado por el
corsario alemán “Wolf” el 10 de noviembre de 1917 en el Índico, entre
Angola y Ceilán, cuando se dirigía desde Sagunto con un cargamento de carbón para el suministro de
combustible a la Flota Inglesa del Índico, convirtiéndose en un
buque
fantasma. A la altura de Madagascar, desaparecía sin dejar rastro. Al no llegar
a su destino, se dio al barco y a su tripulación como perdidos.
Eusebio comentó al capitán que la ruta más apropiada para ir a Colombo era
bordear el sur de Madagascar. Posteriormente, todos le echaron la culpa de la
aventura. A las diez de la mañana, el “Wolf” se colocó a babor del “Igotz Mendi”.
Para evitar la huida, el capitán alemán colocó en la bodega una carga de
dinamita, que el capitán y el primer oficial vasco, decidieron arrancar del
fondo de su barco y arrojarla por la borda. Durante dos o tres días, trasladaron al “Wof” 3.000
toneladas de carbón. Al terminar la labor, el comandante alemán les dio a los
oficiales un banquete con abundancia de puros y whisky, que empezó a las ocho
de la noche y término a las ocho de la mañana del día siguiente. Tras separarse
a
principios de diciembre, el “Wolf” hundió un buque y un velero. Posteriormente,
se encontraron de nuevo en las proximidades de la Isla de Trinidad (Brasil),
que estaba supuestamente desierta pero se encontraron con una guarnición
brasileña. El nuevo año comenzó con el hundimiento de un crucero noruego cerca
del Ecuador, encontrándose de nuevo ambos buques y realizando una vez más, la
operación del trasbordo del carbón para combustible del “Wolf”. Era imposible
desviarse de la ruta que les marcaban los alemanes, además no tenían telégrafo. El Atlántico Norte se
presentaba desierto, por la gran navegación realizada en convoyes, debido a la masiva
existencia de sumergibles alemanes. Mientras tanto, se desarrollaba un terrible
temporal. Al amainar el 4 de febrero, a la altura de Islandia para girar hacia el Báltico, el “Wolf” y el “Igotz Mendi”
se reunieron por última vez, el “Wolf” fondearía en la bahía de Kiel para
aguardar al “Igotz Mendi”. Debido a la niebla, el “Igotz Mendi” embarrancó en
la costa danesa. Confundieron las luces de un faro con las de un
barco y encallaron. Los alemanes pidieron ayuda al puerto danés, pero en el
puerto se extrañaron que hubiese un barco alemán que se llamase “Igotz Mendi”, deteniendo
al “Wolf”. Finalmente, cuando el “Igotz Mendi” embarrancó, el cautiverio
terminó. Los
marinos del “Wolf” habían hundido hasta entonces 13 barcos. Pese a la educación
inglesa de Eusebio, este no pudo quejarse del trato que les dieron los
alemanes.
SMS Wolf
SMS Wolf
Cuando en Begoña se estaban preparando los funerales, después de haber perdido la esperanza, el 24 de febrero de 1918, tras 107 días de aventura por el Índico y el Atlántico, el “Igotz Mendi” dejó de ser un buque fantasma. Los daneses se portaron durante 3 meses maravillosamente, lo que tardaron en reparar las averías del barco. La sorpresa fue mayúscula cuando se supo que los marinos dados por muertos, estaban vivos. El 2 de junio de 1918 salió rumbo a Bilbao, y al paso por los puertos vizcaínos, salió la flota pesquera y tres remolcadores con banda de música y autoridades. La larga desesperanza de cuatro meses, acabo a las ocho de la tarde de un 21 de junio de 1918.
Eusebio aprovecho para casarse aquel mismo año. Aun le habían de tocar
dos naufragios más, que tampoco consiguieron doblegar su vocación de marino. Al estallido de la Guerra
Civil, el “Igotz Mendi” trabajo para el Gobierno Vasco, y tras ella, cambió su
nombre por el de “Monte Mulhacen”.
sábado, 3 de noviembre de 2012
El nuevo nombre de las escuelas
Trascurridos quince años de la construcción de las escuelas
de La Cruz, el ministro de Instrucción Pública dispuso acceder a la petición de
las autoridades municipales de la localidad, para que las escuelas graduadas se
denominasen en el futuro del doctor Gandasegui, como homenaje al arzobispo de
Valladolid.
A su
llegada al templo parroquial, fue recibido bajo palio, llevado por Ignacio
Undabeitia, Antonio Aldecoa, Narciso Fernández, Francisco Arriandiaga, Pedro
Tournan y Emilio G. del Solar. En el presbiterio le acompañó el Deán de la
Metropolitana de Valladolid, el señor Sertutxa, el canónigo de Burgo de Osma y
el doctor Santiago Lezama. Se canto la misa eucarística a cuatro voces del
maestro Perossi, por la capilla de la parroquia, reforzada con elementos de la
localidad, bajo la dirección del organista de la misma Tomas Larrinaga, que de
esta manera quisieron rendir tributo al homenajeado.
El presidente de la Diputación de Bizkaia, pronunciando un discurso en el acto del descubrimiento de una lápida dedicada al Arzobispo de Valladolid. (Foto Izquierdo).
El
domingo 21 de agosto de 1927, se celebró el homenaje de Galdakao a su hijo, el arzobispo
de Valladolid Remigio Gandasegui. Los galdakoztarrak pusieron colgaduras en sus
balcones y se congregaron en el barrio donde iba a tener lugar el homenaje con
motivo de la nueva denominación de las escuelas. Llego Gandasegi con el
canónigo de la “Metropolitana” de Valladolid, siendo objeto de gran ovación.
Inmediatamente se organizo la comitiva desde la casa consistorial a la iglesia
parroquial. Abría la marcha, la banda de música de “La Dinamita”. En primer
lugar, en filas dobles, marchaban los niños y niñas de las escuelas graduadas,
con estandartes a la cabeza. A continuación, el Ayuntamiento presidido por el
alcalde León de Asua y seguidamente el Arzobispo, acompañado del presidente de
la Diputación y diputados, el vizconde de Moreaga de Icaza y Gaytan de Ayala,
el presidente de la sala de la audiencia territorial de Valladolid, Ramón Pérez
Cecilia, Ildefonso López Gómez, Dean de la Metropolitana de Valladolid, inspectores
de enseñanza de Bizkaia, delegado gubernativo y el juez municipal Amadeo
Gandasegi.
Del
templo se trasladaron a la casa consistorial, esperando al gobernador civil
Cesar Ballarin. Llegado este, fueron a las escuelas y en medio de gran
entusiasmo, se procedió a descubrir la lapida que al hijo de Galdakao el doctor
Gandasegi, le dedicó su pueblo. La lapida de mármol de Carrara descubierta, fue
proyectada por el dibujante bilbaíno Antonio Frade y ejecutada en los talleres “Altuna
e Hijos” de Donostia. En el acto, hablaron el secretario del Ayuntamiento, el señor
Aguirre en representación del alcalde, el inspector provincial de enseñanza, el
presidente de la Diputación Esteban Bilbao y el gobernador civil Cesar
Ballarin. El Arzobispo de Valladolid hablo en último término para dar las
gracias a todos.
Tuvo también,
un recuerdo para el jesuita y filosofo, P. Urraburu, que nació en Zeanuri y en
cuya casa, se exhibe el escudo de los Gandasegi, implicando a las autoridades
para que honrasen su memoria. Terminó con un ¡Viva Galdakano!, que fue
contestado por todos los presentes. Después, fueron obsequiados los invitados,
con un exquisito banquete servido por el Hotel Arana. Durante todo el día, se
recibieron cartas, telegramas y telefonemas de adhesión al acto.
Fuente: Dime
Fuente: Dime
jueves, 6 de septiembre de 2012
El Cinturón de Hierro
Tras la formación del Gobierno Vasco en 1936, una de sus primeras acciones fue la creación de una red de fortificaciones, cuya jefatura recayó en el teniente coronel de ingenieros Alberto Montaud, decidiéndose la construcción de la que originalmente se llamó “Obra fortificada de defensa de Bilbao”.
El primer jefe de esta obra fue el capitán de ingenieros Pablo Murga, designado el 6 de octubre de 1936 por poco tiempo, ya que fue fusilado el 19 de noviembre de 1936 por espionaje a favor de los fascistas, tras ser detenido el cónsul de Austria con un informe suyo sobre las obras de defensa de Bilbao.
Elexalde visto desde Bekea
Tras la ejecución de Murga, el siguiente responsable fue Alejandro Goicoechea que había sido militar hasta 1921. Las obras del “Cinturón” comenzaron el 9 de octubre de 1936, participando inicialmente 10.998 obreros, pasando a ser en noviembre 13.289 hombres y mujeres. En diciembre se recortaron los presupuestos y únicamente quedaron unas 2.500 personas en su ejecución, llegando a bajar hasta los 1.000 trabajadores. Con el inicio de las ofensivas fascistas, se incorporaron más trabajadores hasta alcanzar los 8.500.
El 27 de febrero de 1937, Alejandro Goicoechea cruzaba las líneas por el monte Maroto y se entregaba a las tropas franquistas, posteriormente elaboraría un informe sobre el “Cinturón” para los fascistas, este informe no tuvo la importancia que se le dio, ya que para entonces, los sublevados ya tenían bastantes datos gracias a los reconocimientos aéreos, pero a él le valió para que fuese rehabilitado en el ejército franquista.
A mediados de mayo de 1937, el “Cinturón” alcanzaba los cien kilómetros, faltando por cerrar aun, un 10% de la obra. La obra consistía en unos 100.000 metros de trincheras, en algunas zonas en varias líneas y construcciones en hormigón para las armas automáticas, también intento aprovechar las defensas naturales.
En Galdakao, el “Cinturón” entraba por el monte Upo y seguía por las laderas de Lekubaso, Arteta, Basabal, Bekelarre, Bekea, Olabarri, Altamira, Azkarri, Erletxe y por Artola pasaba a Larrabetzu, estando en algunas zonas reforzado por varias líneas de trincheras y construcciones en hormigón.
El “Cinturón” fue roto el día 12 de junio de 1937, en una de las zonas menos defendidas del monte Gaztelumendi, bombardeado por la aviación y artillería desde el monte Bizkargi. El día 12 los fascistas tomaron Larrabetzu, ascendiendo Santa Marina para el 14. El 15 de junio de 1937, los fascistas conquistaban Galdakao y el 19, Bilbao. Tras la Guerra Civil, el “Cinturón” fue demolido parcialmente durante el año 1948, para recuperar el hierro que reforzaba el hormigón en las cubiertas de los bunkers.
Fuente: Galdako Gogora.
Fuente: Galdako Gogora.
martes, 7 de agosto de 2012
domingo, 1 de julio de 2012
lunes, 4 de junio de 2012
sábado, 5 de mayo de 2012
La Ikastola de Galdakao
Articulo realizado gracias a las aportaciones de Juan Ramón Urrutikoetxea, Joseba Uribe, Jesús Mari Ibarra, Luis Intxausti, Juan Loroño y Roman Loroño. El articulo no habria sido posible hacer, sin el impulso de Gregorio Arrien, esperto en la educación de las ikastolas en la II República.
El edificio en el que impartían clase era propiedad del que fuera alcalde de Galdakao en aquellos tiempos, Pedro Urizar, y sus andereños se llamaban Monika Lekunberri y Rosa de Lekerika.
Hoy, aquellos niños que acudían andando "al camino de arriba", en Iberluce, tienen entre 80 y 85 años aunque nadie lo diría dado el nivel de claridad que todavía hace brillar los recuerdos que aún almacenan en sus memorias. Reunidos por el escritor e investigador Gregorio Arrien, siete de los alrededor de veinte supervivientes de aquellas vivencias se reunieron en torno a un café para, entre todos, componer la historia de la ikastola de modo que no caiga en el olvido.
Fue entonces, durante la segunda República, cuando se creó la Federación de Escuelas Vascas (Euzko Ikastola Batza). Y con ella, las ikastolas de Bilbao, Durango, Amorebieta, Gernika, Barakaldo, Elorrio, Galdakao, Ondarreta, Portugalete, Sondika y San Salvador del Valle. No obstante, a pesar del éxito que les hizo acoger en poco tiempo a 1.500 niños, en 1937 tuvieron que echar el cerrojo ante la supervisión, cuando no agresión, por parte de los nacionales. En esto, como en casi todo, Galdakao no fue una excepción.
Los bombardeos acabaron con la vida normal en Galdakao
"Era la primavera del 37 cuando abandonamos la ikastola para no volver. Recuerdo que pasó un avión sobrevolando Galdakao. Estábamos en el recreo y Monika salió corriendo a recogernos para que nos guareciéramos dentro de clase. Desde ese día ya no pudimos volver", coinciden los ocho supervivientes de todo aquello. Ellos son Juan Ramón Urrutikoetxea Elorza, Jesús Mari Ibarra Aurrekoetxea, Juan y Román Loroño Sarría, Joseba Uribe Urtiaga, Garbiñe Urizar Totorika y Luis Intxausti Astigarraga.
Según cuentan, aquel día fue el principio de una vida totalmente distinta en la que los continuos bombardeos que sufrió el municipio por parte de la aviación Cóndor les obligó a alejarse del municipio con lo puesto. Los hermanos Loroño se marcharon a Karrantza, Garbiñe se fue a Trucíos, Jesús Mari estuvo interno en los Corazonistas de Vitoria y Jesús Mari pasó dos años en Inglaterra. "Tampoco nos enterábamos de mucho. La huida del pueblo, a pie, fue casi como una aventura", explican.
Ikastola de Errotatzueta (Bilbao)
A la andereño que siguió con las clases pese a la prohibición
Según las memorias de estos vecinos, Monika fue una mujer "muy guapa y muy joven. Tendría 22 años más o menos cuando acabó la carrera y vino a darnos clase". "Fue una mujer fabulosa. Me enseñó matemáticas en el cuartito de su casa tan bien que luego fui a estudiar la carrera a la Cámara de Comercio de Bilbao", añade Garbiñe.
"Una pena", que el destino le deparara un final prematuro presa de un accidente en su hogar.
Tal y como contaba entonces Jenaro de Egileor, el cronista local en el diario Euzkadi, la ikastola de Galdakao estaba instalada en la planta baja de Plazakoetxebarria, un casa de apenas media docena de años. Según el plano que aporta, disponía de una amplia y ventilada aula para las actividades docentes, además de una cantina, vestuario e instalaciones higiénicas. En torno al centro, existía un pequeño jardín para el recreo.
Movimiento en favor de una Universidad Vasca.
Esta ikastola duró tres cursos. En los años 1935 y 1936 se habían formado ya tres grandes grupos: uno de párvulos que comenzaba con el aprendizaje de la lectura y la escritura, el intermedio y el de mayores. Los alumnos, mostraban una "gran entrega" por aprender el euskera, tal y como afirmaba el inspector de las Escuelas Vascas, Luis Aguirre. Este empeño en los niños se debía en parte, a que la junta local del centro había establecido un premio mensual al niño que con más fidelidad practicara el idioma.
Además de las andereños, los mayores recuerdan a otros personajes que tuvieron mucho que ver con aquella primera ikastola. El primer nombre que surge es el de Genaro Lekunberri, el padre de Monika, correo de la fábrica de Explosivos que se pasaba todos los días por el centro de camino a la oficina de Guturribai. No olvidan tampoco a don Karmelo Leizaola, presidente de la ikastola que murió en Brasil al año de fundarla. "Le pusieron una placa en su honor en la pared de la escuela. Cuando llegaron los nacionales se liaron a porrazos con ella", recuerda Luis.
Durante este periodo, muchos de estos estudiantes fueron devueltos, separados los niños de las niñas, a las escuelas nacionales de Gandasegi o a los Maristas de Zuazo, ubicados en un edificio que luego fue residencia de ancianos.
No fue hasta la década de los sesenta, con el régimen llegando a su época final, cuando Galdakao vio nacer su segunda ikastola. Esta se ubicó en Zabalea en un edificio propiedad de Ricardo Uriarte, hijo mayor de Juan Bautista Uriarte. Ya de regreso en Galdakao, fueron muchos los alumnos de aquel primer centro los que colaboraron en la apertura del segundo, tal y como reconocen los congregados que ya apuran el café.
"La verdad es que la de Galdakao es una de las ikastolas que me cae simpática, primero por el número de supervivientes que tiene todavía", explica el escritor Gregorio Arrien quien, con quedadas como ésta, espera poder completar los datos que le faltan sobre aquellas ikastolas de la República. "De Galdakao me faltan muchas cosas, sobre todo, en lo referente al material gráfico. Sería precioso que alguien tuviera alguna foto de las andereños Monika y Rosa o, incluso, del mismo centro escolar del que hoy sólo sabemos por testimonios", atestigua.
Artículo de DEIA
Articulo en Deia de Gregorio Arrien.
viernes, 20 de abril de 2012
La inauguración de las escuelas.
Camiña, arquitecto del edificio inaugurado.
En 1847, atendiendo al diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Madoz, Galdakao disponía de una escuela para ambos sexos, al que asistían 40 alumnos. Habría que esperar hasta el 22 de septiembre de 1912, para que el municipio se dotase de un edificio digno para la enseñanza. El diario “La Gaceta del Norte” se hizo eco del acto de inauguración de las escuelas de La Cruz, fiesta presidida por el Obispo Prior de las Órdenes Militares, hijo de la localidad, con la asistencia de autoridades y pueblo en general que se sumó al acto.
A las diez en punto, y con una concurrencia numerosa, se
celebró el anunciado concurso de ganados en el que se presentaron excelentes
ejemplares. Entre los novillos, ganó el primer premio, consistente en 25
pesetas, el presentado por Francisco Ascueli. Otro primer premio de igual
importancia, lo obtuvo la vaca que presentó Felipe Barrenechea. Y por último,
el de bueyes, igualmente de 25 pesetas, se lo llevó el presentado por Calixto
Barroeta. El concurso terminó a las once de la mañana.
En la planta baja del edificio se colocó el altar en el que
comenzó la bendición, terminando en el segundo piso. El prelado disertó sobre la
instrucción y la formación pedagógica, base de la prosperidad de los pueblos en
opinión del eclesiástico. Realizó también, un estudio retrospectivo de la
influencia de la enseñanza en la civilización y el progreso.
El obispo, prior de las órdenes militares, bendiciendo las nuevas escuelas de Galdakao. Foto Santaló.
El obispo, prior de las órdenes militares, bendiciendo las nuevas escuelas de Galdakao. Foto Santaló.
La planta baja cubierta, estaba destinada al recreo de los
alumnos, el piso principal a la escuela de niñas y el segundo a la de niños. Se
dividía en dos grados, de manera que serian escuelas graduadas. Estaban dotadas
de todos los servicios, urinarios, lavabos y guardarropas, instalados conforme
a todas las prescripciones de higiene de
la época. El material de enseñanza era un verdadero modelo. Estaban pensadas para
200 niños e igual número de niñas. Disponían de amplias escaleras completamente
independientes. El edificio no tenía más dependencias que las escuelas, nada
que no estuviese relacionado con la enseñanza. La superficie por alumno, era
más del doble de lo obligado por la ley y la “ubicación de aire” era más del
triple, en palabras del periódico. El proyecto de escuelas fue iniciado siendo
alcalde Francisco de Rementeria.
El Ayuntamiento obsequio con un banquete al obispo al que asistieron
60 comensales y servido por el hotel-restaurant
Torróntegi, entre autoridades políticas, judiciales, educativas, eclesiásticas
y prensa, celebrándolo en las nuevas escuelas, con mesas adornadas con flores
naturales y bonitos jarrones. Presidio la mesa Gandasegi, situándose a su derecha; el secretario del
Gobierno Civil, el diputado Ampuero y los señores Piñol y Jacqué. A la
izquierda; el alcalde, el diputado San Pelayo y los señores Caramés y Arnau. Julián
Larrinaga sirvió el banquete, con arreglo al siguiente menú: Tortilla de jamón,
langosta con mayonesa, perdiz a la cazadora, espárragos, roastbeef a la inglesa,
mantecado de vainilla, pastas y fruta, café, licores y cigarros, vinos de
Bodegas Bilbaínas, La Rioja Alta y Champagne.
Edificio de las nuevas escuelas inauguradas. Foto Santaló.
Posteriormente al banquete, hizo
su presentación la rondalla de Basauri
a la
que se obsequió con café y cigarros.
Una novillada dio principio a las 4 con la presidencia el
alcalde Gandasegi y dos señoritas. Pertenecían los novillos a la ganadería de Pedro
Nazabal , de Otañez (Cantabria), y los encargados de entendérselas con ellos
eran los muchachos de Txikito de Leiona. Hecho el despejo a los acordes de la música, salió el primero,
con divisa verde y blanca. El bicho demostró poder y bravura, y lo manteó José Jiménez,
Relojerito. José Imós clavó un par de frente y pasó el bicho a manos del de Leiona. El
segundo era más bravo todavía que el anterior. La cuadrilla se retiró. Todos
temían al bicho. Algunos de los espectadores bajaron a capearlo y Ángel Tejedor
se decidió a clavar un par que no clava. Manuel Lozano clava un par aceptable y
Eugenio Urioste, el de Leiona, se decide a tomar el pincho y el trapo rojo, y
acierta con una estocada que da fin del novillo. El director de la Dinamita le obsequió
con un billete de 25 pesetas, que Urioste aceptó agradecido.
La romería duró hasta las once de la noche, y fue amenizada por la
Banda de La Dinamita y el tamboril. Finalmente al anochecer, se pudo disfrutar de fuegos artificiales y cinematógrafo.
Fuente: Dime
Fuente: Dime
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