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miércoles, 30 de diciembre de 2020

El alcalde accidental

Julián Abasolo Garai nació en el Palacio de Urgoiti en 1901. Fue uno de los pioneros de nuestro atletismo, corriendo los 100 metros y realizando saltos de longitud en la década de los años 20. Entró en el batzoki local con 17 años, formando parte del Cuadro Dramático de Euzko Gastedija y en la Junta Municipal de la unión entre EAJ-PNV y la Comunión Nacionalista Vasca, como tesorero. Tras las elecciones republicanas de 1931, fue proclamado 2º teniente de alcalde e integró las Comisiones de Gobernación y de la Junta local de Primera Enseñanza, formando parte también de las directivas de los batzokis de Usansolo y Gumuzio.


 En 1934 como consecuencia de los plenos de elección de los miembros de las Comisiones Municipales de defensa del Concierto Económico, fue detenido y condenado a 8 años de inhabilitación y multa de 300 pesetas por el Tribunal de Urgencias. En febrero de 1936 fue repuesto en su cargo y posteriormente verificado en una ante-votación para proclamar candidato a alcalde. No hubo más candidatura que la suya, retirándose por la derecha Oleaga y por los republicanos Gutiérrez. En mayo de 1936 por ausencia por viaje de Santos Muñoz, ocupó el cargo de 1ª teniente de alcaldía.

 Recién comenzada la guerra civil, como alcalde en funciones, publicó un bando prohibiendo detener a nadie, salvo en aquellos casos que la orden partiese del Comité Local de Defensa y cuando los realizasen los cuerpos armados, como Miñones, Guardia Civil, etc. Igualmente ordenó la entrega al Comité Local de las armas de todos aquellos que no poseyesen licencia especial para su uso. Ya con la guerra, presidió el Comité social-militar constituido por el Gobierno Vasco, compuesto por EAJ-PNV, ANV, un socialista, un republicano, ELA y UGT, más los Miñones y la Guardia Civil.

 Cuando los fascistas se acercaban a Erletxe, su familia se refugió en Bilbao. Tras la toma de la capital, la familia huye donde pudo, unos a Francia y dado que su madre estaba en Galdakao, regresa al municipio. En un control en Bolueta, fue detenido por un vecino suyo, un teniente requeté, al que anteriormente le habían tirado al rio desde el puente de Plazakoetxe. Es llevado detenido a las escuelas de Gandasegi, pero al no empuñar armamento, es liberado. 


 Las escuelas Gandasegi se había transformado en paso obligado de todos los presos políticos que salían hacia cárceles estatales y allí un vecino de Bedia le reconoce, intercede por él ante el comandante del puesto y le dejan en libertad. Fue a casa en busca de su madre, en funciones de cocinera de la Guardia Civil que había instalado en el Palacio Urgoiti su cuartel.

A los dos días la Falange le detiene de nuevo en compañía del antiguo juez Francisco Zabala y presidente de la Junta Municipal de EAJ-PNV. Esta vez su antiguo amigo y rival político, Miguel Oleaga, le salva de las iras de los fascistas. De la prisión marchó a Burgos a trabajos forzados y de vuelta es enjuicio militar y condenando a muerte. Le conmutan la pena de muerte por 30 años de prisión. Es privado de libertad durante casi cuatro años por haber defendido la de los demás desde el consistorio de su pueblo y al exilio a más de 500 kilómetros de su pueblo.

Los avales para salir de prisión en libertad vigilada llegan a su nombre firmados por el alcalde Martin Ibarreche, vecino suyo, pero le es denegado el de la Falange, entonces presidida por el posterior alcalde Víctor Legorburu. Durante dos años y medio tuvo que presentarse todos los domingos en las comisarias de Vigo y Urbi.

Como reconocimiento a su labor, fue encargado de leer el pregón festivo de 1993, poco tiempo más tarde, falleció el 6 de diciembre de 1993.

 

Fuente: Euzkadi y Deia

lunes, 30 de noviembre de 2020

El olímpico Apellaniz

Pedro Apellaniz Zarraga Galdakao nació el 8 de febrero de 1924 en el caserío Iberluze que da nombre al barrio. Excelentemente dotado físicamente para el atletismo, verle lanzar era todo un espectáculo. Cuando sujetaba la jabalina, para empezar la carrera de impulso, lo que se contemplaba era algo parecido a un caminar cansino, que nada tenía que ver con técnica ninguna clase, hasta llegar al límite del lanzamiento, donde se podía contemplar el golpe de brazo más impresionante que uno se puede imaginar. No le importaba la técnica, a él solo le importaba el golpe de brazo final.

Alfonso Tutor Larrea vio en Pedro Apellaniz un diamante por pulir, y gracias a él empezó con la jabalina que le animó a lanzar, veía las buenas condiciones y empezó con dieciséis o diecisiete años. Entrenaba muy poco en el campo de Santa Bárbara, donde también jugaba al fútbol como defensa. Tutor quería que lo dejara y se dedicara a la jabalina.

                                                Pedro Apellaniz en las Olimpiadas
 

En 1944 cuando era un completo desconocido, consiguió su primer título estatal en Montjuic con sólo veinte años. Sin embargo, el infortunio se cebó en él en 1949. Tras correr un triatlón por la mañana en Laudio, disputó un encuentro de fútbol que se saldó con una lesión de rodilla que evitó su progresión. Mantuvo una gran amistad con Miguel de la Cuadra Salcedo por sus comparecencias con la selección española, en la que fue capitán durante seis años. Dominó el lanzamiento estatal de jabalina durante más de una docena de años, a la vez que realizaba interesantes incursiones en otras especialidades.

Lanzador de jabalina con un amplio palmarés tanto a nivel provincial (14 títulos vizcaínos en jabalina entre 1943 y 1962, uno en triple salto en 1944 y otro en 80 metros vallas en 1948), en 13 ocasiones fue campeón de España de jabalina entre 1944 y 1958. Batió 7 veces el récord de España con 56,42 y 56,78 en 1946 (Madrid), 60,16 en 1947 (Madrid) y 61,49 (Madrid), 62,20 (Avilés), 63,05 en el campo de Santa Bárbara en las fiestas de Santa Cruz y 63,62 en 1948 (Zalla); esta última marca duró como record estatal hasta 1960. Fue internacional en 22 ocasiones, participó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 actuando en el estadio de Wembley en Londres. Allí, quedó con una marca de 56 ó 57 metros, lejos de su mejor lanzamiento. El entrenador italiano que tenía, le dijo que hiciera unos ejercicios que no hacía normalmente y le provocó molestias en la cadera. En condiciones normales podía haber quedado entre los seis mejores, poco después, sufrió una lesión, Un año después, tras correr un triatlón por la mañana en Laudio, sin tiempo para sentarse a la mesa, le llevaron hasta la estación de Atxuri y de allí al campo de Santa Bárbara para jugar al fútbol. A pesar de que le decía al entrenador que debía jugar otro, jugo y le partieron la rodilla derecha, perdió masa muscular. Estuvo dos años bajando a diario a Bilbao a hacer rehabilitación, hasta que le hicieron dos operaciones. Tuvo muy mala suerte. En los Juegos Mediterráneos de 1955 (Barcelona), obtuvo la medalla de bronce. Durante varios años fue capitán de la selección española. A los 36 años dejó este deporte, con la duda de si podía haber obtenido un mejor rendimiento. Un entrenador finlandés le dijo que no sabía tirar la jabalina, le dijo que entrenando bien podía llegar hasta los ochenta metros. Por mucho que dijera, le parecía imposible si tenía lesionada la rodilla. En 1959 batió el record de España +35 con 59,99 y en 1962 ya con 38 años, ganó el primer Campeonato Vasco-Navarro en Berazuri.

Cuando el recordman francés y uno de los mejores lanzadores del mundo, Michel Macquet, le vio lanzar en los “Juegos del Mediterráneo“, dijo: “este chico en otro país con un nivel atlético superior y un buen entrenador, podría haber sido uno de los mejores lanzadores mundiales”. Esta aseveración también la tenía el entrenador finlandés Olli Virho, que estuvo entrenando en Cataluña durante unos meses previo a estos Juegos, opinando lo mismo. “Nunca contemplé nada semejante con tanta fuerza terminal en el momento de lanzar casi parado, a más de 63 metros”, lo cual muy pocos lanzadores de la aquella época, eran capaces de realizar.

Perico fue el atleta galdakoztarra de mayor resonancia internacional. A su calidad deportiva se le podía sumar su elevada calidad humana.

 

Fuente:  Deia

martes, 27 de octubre de 2020

La primera Ikastola

 Durante la primavera de 1931 se llegó a creer que la concesión del bilingüismo escolar para Euskadi sería un hecho. A fin de recabar la facultad de la enseñanza vasca, una comisión se trasladó a Madrid el mes de mayo de 1931 entrevistándose con el Ministro de Instrucción Pública, que se mostro favorable al bilingüismo. Pero los propósitos no se lograron.


                                Edificio de la primera ikastola.

 

Con anterioridad a la puesta en marcha de la ikastola, los abertzales locales preocupados por la pérdida de la cultura vasca y la falta de apoyo de las instituciones públicas, constituyeron un euskaltegi municipal a finales de 1931 con el impulso de la sociedad euskerica local ”Euzkerearen Adizkidiak”, presidida por Carmelo de Leizaola y como secretario Jenaro de Egileor. Dispuso de la ayuda de Presentación de Uriarte, del Ayuntamiento y de la sociedad “Electra de Galdácano”.  Posteriormente, en 1932 surgió la inquietud de instaurar una ikastola, comenzando las reuniones con el Ayuntamiento en su afán de implantarla.

La Federación de Escuelas Vascas, prestó su apoyo personal y económico, ofreciendo una alternativa educativa y lúdica vasca a los niños y niñas. Para ello organizaron ikastolas, siempre y cuando económicamente se pudo, así como actividades extraescolares y de fin de semana. Con donaciones de multitud de euskaltzales, estuvo dirigida por el “Comité ejecutivo pro Escuela Vasca”, compuesto por el presidente Carmelo de Leizaola como socio protector; las vocales Guadalupe de Artetxe y María de Arostegi por Emakume Abertzale Batza (EAB); Jacinto Mongelos y Melchor de Ugarte por EAJ- PNV; Francisco de Zabala y Felipe de Gurtubai por Juventud Vasca; Santos Muñoz como alcalde accidental y el secretario Genaro de Egileor.

Ya en plena Republica, decidieron dar el paso de constituir una ikastola. Dicha ikastola, al igual que el resto constituidas en diversas localidades, formó parte de la federación Euzko Ikastola Batza (EIB). Su actividad docente, encomendada a las andereños Monika de Lekunberri y Rosa de Lekerika, ofreció numerosas alternativas de carácter educativo y lúdico a los más pequeños. A modo de ejemplo, cabe indicar la iniciación a la lectura, escritura y declamación en euskera, el aprendizaje de cantos y danzas vascas, la preparación religiosa en euskera y el conocimiento de Euskadi y su cultura.

El domingo 15 de abril de 1934 quedó inaugurada la primera ikastola de Galdakao, situada en la planta baja de “Plazakoetxebarria” del barrio de Plazakoetxe, con un presupuesto de 5.000 pesetas y la ayuda de los euskaltzales locales. La bendición de los locales de la ikastola de Galdakao comenzó a las once y media de la mañana. Asistieron representando a EIB, la señora Gandarasbeitia y los señores Zubizarreta, Irala y Garate; el delegado del Ayuntamiento de Galdakao, Simón Linaza; el presidente de la Junta Municipal, Melchor de Ugarte; presidenta y directivos de Euzko Gastedija, presidenta y directivas de EAB y Junta de gobierno de la ikastola. Bendijo el local el párroco de Galdakao, Mariano de Uriarte, que dirigió unas palabras en euskera a los niños que asistieron a la escuela y felicitó a la Junta de Gobierno. Después del párroco, hizo uso de la palabra el miembro del BBB y de EIB señor Zubizarreta. Explicó como en la ikastola no se iba solamente a instruir a los alumnos, sino también a educarlos, a formarlos, animando a apoyar la iniciativa. Con esto se dio por terminado el acto. Todos los alumnos y resto de niños de la escuela fueron obsequiados con paquetes de caramelos y las autoridades asistentes fueron obsequiadas con un “lunch” servido por miembros de EAB. También asistió al acto gran número de padres y socios protectores de la escuela.

Los cursos escolares finalizaban con fiesta y entrega de premios. La Junta facilitaba un buen número de becas y la comisión de coros de Agate Deuna distribuía la recaudación realizada a la ikastola, mientras que el día de Reyes se organizaba una función infantil, en la que se celebraba una tómbola de juguetes, juegos infantiles con música y la representación. En marzo de 1936, tras la muerte de Carmelo Leizaola y por el trabajo de éste por la instauración de la ikastola, fue descubierta una placa de agradecimiento costeada por gran número de euskaltzales.

Las tropas fascistas a porrazos rompieron la placa y una vez que penetraron con terror y violencia en Euskadi, se dedicaron a destruir todo cuanto hallaron en estas escuelas A finales del franquismo, en 1968, la ikastola se reabrió en Zabalea.

 

jueves, 1 de octubre de 2020

La fiesta de Aberri Eguna

 

La Comisión organizadora de la fiesta de Aberri Eguna señaló el programa de actos que el domingo 31 de mayo de 1936 se celebraría en Galdakao.

Al anochecer del sábado 30, se encendió en el monte San Antón Txikerra una hoguera de salutación y al mismo tiempo la Banda de Txistularis recorrió las barriadas locales ejecutando biribilketas y anunciando la fiesta. El domingo a la mañana las casas galdakoztarrak aparecieron engalanadas con colgaduras y banderas vascas.

Aberri Eguna frente a Sabin Etxea, en Bilbao. Foto Euzkadi.

 

La mañana del domingo comenzó a las ocho de la mañana, la Banda de Txistularis recorrió los barrios de Usansolo, Gumuzio, Bengoetxe, Zuazo, Plazakoetxe y La Cruz, tocando diversas piezas musicales. A las diez de la mañana, en la iglesia parroquial tuvo lugar una misa mayor con la participación de la Schola Cantorum, que interpretó la partitura de la misa a tres voces de Cicognani, cuyos fieles recibieron el Pan de los Ángeles.

Terminada la misa, en la plaza Sabino de Arana hubo varios festejos, como ezpatadantza, aurresku, etc. Las Bandas de Música y Txistularis interpretaron un concierto musical. A las once y cuarto en la plaza Sabino de Arana, se verificó un concurso de aurreskularis con premios en metálico. Seguidamente los ezpatadantzaris del cuadro de Juventud Vasca de Galdakao bailaron algunos números. A las doce, las Bandas de Música y Txistularis ejecutaron conciertos musicales de obras vascas y al final del acto, el himno vasco.

A las tres y durante la hora del café en el Batzoki, se hizo la ofrenda de la fiesta y el presidente de la Junta Municipal de EAJ-PNV Pablo de Barandika, leyó unas cuartillas en euskera. Los txistularis ejecutaron varias obras, la ezpatadantza y la actuación de las hilanderas que se aplaudió con cariño.

Por la tarde, a las cuatro y media en el frontón de La Cruz, se jugó un partido de pelota a mano entre las parejas de los batzokis de Usansolo y La Cruz. A las cinco principió la romería vasca, de cuya amenización se encargaron las Bandas de Música y Txitularis. A las seis, dos grupos de gorularis y ezpatadantzaris de los batzokis de La Cruz y Usansolo, realizaron una exhibición de danzas vascas. La romería continuó hasta las ocho con bastantes jóvenes de pueblos vecinos y al final de la misma, la Banda de música interpretó una gran kalejira. Termino la fiesta con una gran biribilketa.

 

Fuente: Euzkadi