Páginas vistas

lunes, 30 de noviembre de 2020

El olímpico Apellaniz

Pedro Apellaniz Zarraga Galdakao nació el 8 de febrero de 1924 en el caserío Iberluze que da nombre al barrio. Excelentemente dotado físicamente para el atletismo, verle lanzar era todo un espectáculo. Cuando sujetaba la jabalina, para empezar la carrera de impulso, lo que se contemplaba era algo parecido a un caminar cansino, que nada tenía que ver con técnica ninguna clase, hasta llegar al límite del lanzamiento, donde se podía contemplar el golpe de brazo más impresionante que uno se puede imaginar. No le importaba la técnica, a él solo le importaba el golpe de brazo final.

Alfonso Tutor Larrea vio en Pedro Apellaniz un diamante por pulir, y gracias a él empezó con la jabalina que le animó a lanzar, veía las buenas condiciones y empezó con dieciséis o diecisiete años. Entrenaba muy poco en el campo de Santa Bárbara, donde también jugaba al fútbol como defensa. Tutor quería que lo dejara y se dedicara a la jabalina.

                                                Pedro Apellaniz en las Olimpiadas
 

En 1944 cuando era un completo desconocido, consiguió su primer título estatal en Montjuic con sólo veinte años. Sin embargo, el infortunio se cebó en él en 1949. Tras correr un triatlón por la mañana en Laudio, disputó un encuentro de fútbol que se saldó con una lesión de rodilla que evitó su progresión. Mantuvo una gran amistad con Miguel de la Cuadra Salcedo por sus comparecencias con la selección española, en la que fue capitán durante seis años. Dominó el lanzamiento estatal de jabalina durante más de una docena de años, a la vez que realizaba interesantes incursiones en otras especialidades.

Lanzador de jabalina con un amplio palmarés tanto a nivel provincial (14 títulos vizcaínos en jabalina entre 1943 y 1962, uno en triple salto en 1944 y otro en 80 metros vallas en 1948), en 13 ocasiones fue campeón de España de jabalina entre 1944 y 1958. Batió 7 veces el récord de España con 56,42 y 56,78 en 1946 (Madrid), 60,16 en 1947 (Madrid) y 61,49 (Madrid), 62,20 (Avilés), 63,05 en el campo de Santa Bárbara en las fiestas de Santa Cruz y 63,62 en 1948 (Zalla); esta última marca duró como record estatal hasta 1960. Fue internacional en 22 ocasiones, participó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 actuando en el estadio de Wembley en Londres. Allí, quedó con una marca de 56 ó 57 metros, lejos de su mejor lanzamiento. El entrenador italiano que tenía, le dijo que hiciera unos ejercicios que no hacía normalmente y le provocó molestias en la cadera. En condiciones normales podía haber quedado entre los seis mejores, poco después, sufrió una lesión, Un año después, tras correr un triatlón por la mañana en Laudio, sin tiempo para sentarse a la mesa, le llevaron hasta la estación de Atxuri y de allí al campo de Santa Bárbara para jugar al fútbol. A pesar de que le decía al entrenador que debía jugar otro, jugo y le partieron la rodilla derecha, perdió masa muscular. Estuvo dos años bajando a diario a Bilbao a hacer rehabilitación, hasta que le hicieron dos operaciones. Tuvo muy mala suerte. En los Juegos Mediterráneos de 1955 (Barcelona), obtuvo la medalla de bronce. Durante varios años fue capitán de la selección española. A los 36 años dejó este deporte, con la duda de si podía haber obtenido un mejor rendimiento. Un entrenador finlandés le dijo que no sabía tirar la jabalina, le dijo que entrenando bien podía llegar hasta los ochenta metros. Por mucho que dijera, le parecía imposible si tenía lesionada la rodilla. En 1959 batió el record de España +35 con 59,99 y en 1962 ya con 38 años, ganó el primer Campeonato Vasco-Navarro en Berazuri.

Cuando el recordman francés y uno de los mejores lanzadores del mundo, Michel Macquet, le vio lanzar en los “Juegos del Mediterráneo“, dijo: “este chico en otro país con un nivel atlético superior y un buen entrenador, podría haber sido uno de los mejores lanzadores mundiales”. Esta aseveración también la tenía el entrenador finlandés Olli Virho, que estuvo entrenando en Cataluña durante unos meses previo a estos Juegos, opinando lo mismo. “Nunca contemplé nada semejante con tanta fuerza terminal en el momento de lanzar casi parado, a más de 63 metros”, lo cual muy pocos lanzadores de la aquella época, eran capaces de realizar.

Perico fue el atleta galdakoztarra de mayor resonancia internacional. A su calidad deportiva se le podía sumar su elevada calidad humana.

 

Fuente:  Deia