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jueves, 28 de octubre de 2021

El alcalde de Galdakao que surcó los mares

 

Pedro García Borobio, en el barco “Saint Michael”. Familia García Loroño.

 

Galdakao perdió al exalcalde del EAJ-PNV Pedro García Borobio, de 90 años, quien gobernó durante una legislatura el municipio. Nacido en Soria, llegó a la localidad vizcaína recién acabada la Guerra Civil, a casa de un soldado del lehendakari Aguirre, su tío Marcos Borobio, que regentaba un almacén de vinos, piensos, semillas y abonos en Usansolo. 

Con el tiempo, para Pedro, su tío Marcos fue como un padre. De hecho, en la localidad era conocido popularmente como Borobio. Le trajeron a Galdakao porque sus tíos no podían tener hijos y por ello, la familia decidió que se hicieran cargo de Pedro con solo 9 años de edad.

Pedro García Borobio contrajo matrimonio con Luke Loroño, de arraigado sesgo nacionalista. La madre de Luke, Bernarda Zamakona, fue presidenta de Emakume Abertzale Batza (EAB) en Galdakao y su marido, Elisardo Loroño, juez de paz nombrado por el lehendakari en diciembre de 1936. 


Pedro nació en 1930 en Soria. Cuando sumaba seis años estalló la Guerra Civil tras un fallido golpe de estado militar. Crecía en la provincia castellana mientras su tío Marcos Borobio luchaba por los derechos y libertades ante los sublevados contra la legítima II República. Era zapador de un batallón del Euzkadiko Gudarostea. En aquellos días el Consejo de Ministros hizo un llamamiento "para que se humanizara la guerra"   y "condena la bárbara destrucción de Madrid, Gernika, Durango, Galdakao o Bilbao".

Marcos fue herido en los bombardeos de los montes de San Miguel, en Villaverde de Turtzioz. Fue bajado en camilla por sus vecinos Rufino Sagarminaga y Antonio Piquero, este último, integrante de la Banda de música de la Dinamita. Tras ser herido fue trasladado a Karrantza, al balneario del Molinar habilitado como hospital. Allí le hicieron las primeras curas y más adelante fue llevado al hospital de Valdecilla, en Santander.


                                                Gorosibi

 

A su regreso al hogar familiar, finalizada la contienda, continuó con su comercio, puerta ante la que paraba el tranvía de la línea de Arratia en Gorosibi. Fue entonces cuando Pedro García Borobio llegó a Usansolo con 9 primaveras y vio cómo su tío Marcos tenía marcas de metralla en la cara, debidas a la guerra.

 


Pedro había arribado a Bizkaia en un tren procedente de Castejón, Nafarroa. La Estación de Abando fue su destino. Tras pasar su primera noche en la calle del Cristo en Bilbao, se desplazó a la residencia de sus tíos Marcos Borobio y Pilar Angoitia, que le esperaban en aquella tienda de ultramarinos. Ella además, impartía corte y confección por lo que era conocida por las jóvenes del municipio.

Hecho a la vida de Galdakao, Pedro pudo estudiar bachiller en el colegio El Salvador de los Hermanos Maristas de la plaza Nueva y a continuación en la Escuela de Náutica de Deusto. Sus primeras singladuras las hizo con la empresa bacaladera Compañía de Pesca e Industrias del Bacalao (COPIBA) por Terranova y a continuación con la empresa YBARRA y Cía. por la costa peninsular transportando sosa en Santander, hierro en Asturias, madera en Galicia y aceite en Sevilla.

Más adelante trasladaría pasajeros entre Barcelona, Marsella, Génova, Cádiz, Montevideo y Buenos Aires. Con COPIBA navegó tres años. Las prácticas de mar para sacar el título de capitán las hizo en Terranova.

En la Escuela de Náutica de Bilbao sacó el título oficial de piloto de la Marina Mercante. Se enroló en un barco en Alemania y acabó en 1955 siendo capitán. Tres años después, contrajo matrimonio con Luke Loroño. Recordaba sus viajes a los países comunistas del Este con inquietud, en una época en que en los pasaportes se indicaba que se podía viajar a todos los países del mundo salvo a “Rusia y sus países satélites". Cuando llegaron a un puerto de Rumania la policía pinchaba los sacos con bayonetas por si se había escondido algún disidente. No salía a tierra por miedo.


Sus siguientes singladuras correrían a cargo de la Flota Mercante Grancolombiana (FMG) con viajes a Nueva York y Galveston trasladando cafe. Pedro evocaba los apasionantes viajes por el Golfo de México durante la crisis de los misiles en la Guerra Fría entre EE.UU. y URSS. En Galveston los americanos les hacían revisiones obscenas, les dejaban desnudos para comprobar si tenían enfermedades venéreas. Y las anécdotas continuaban. Por ejemplo, dos pintores contratados en el puerto de Guayaquil, Colombia,  intentaron atentar contra Pedro y el mayordomo del barco Ciudad de Medellín en estado de embriaguez y con cuchillo en mano. Los revoltosos estuvieron "libando licor" en tierra, como exponía la prensa local, no pudiendo cometer su propósito por la intervención de los demás tripulantes.


Pedro continuó con su currículo en la Continental Oíl Company (CONOCO) durante 12 años. Tras tanto trasiego, en 1973 optó por abandonar la mar y pasó a tierra, entrando a trabajar en Vasco Catalana de Consignaciones de Santurtzi, en tráfico de buques, facilitando por ejemplo, el viaje de Polixene Trabudua de Mandaluniz desde Venezuela.

En aquellos días, a consecuencia de la escisión de EAJ-PNV, el partido nacionalista quedó en minoría en el pleno del Ayuntamiento con Pedro García como alcalde al frente. Comenzaron las legislaturas dirigidas con pactos de gobierno PNV/PSE-EE, tomado el relevo de Pedro Egileor.

Durante la legislatura que estuvo al frente, se concluyó el Polideportivo de Usansolo, se reordenaron los servicios municipales en la plaza de la Cruz, se cedieron las escuelas de Erletxe a asociaciones agrarias y se llevó a cabo la revisión del antiguo PGOU por su alta edificabilidad y problemas de vialidad y accesos desde el franquismo.

Entonces, Pedro y su equipo del PNV presentaron las bases para un nuevo frontón de La Cruz y se inició el proceso de gasificación del municipio, así como la adjudicación de las obras de Torrezabal Kultur Etxea o la plantación del retoño del árbol de Gernika en el municipio. Pedro concluyó la legislatura de 1987 a 1991, hasta su jubilación.

 

Fuente: Deia